Encontrando un ancla en nuestra ansiedadMuestra

Confiesa la culpa

Si estás preocupado por tu matrimonio, permíteme preguntar, ¿estás siendo obediente a Cristo al honrar a tu esposa? Si eres obediente al Señor y confías tu matrimonio en Dios, tendrás mucha menos ansiedad. Tu matrimonio será una bendición en lugar de una carga.

¿Te preocupan tus finanzas? ¿Eres fiel a Dios en tus finanzas? Si no eres obediente en el camino de tus finanzas, entonces vas a estar ansioso porque ellas dependen de ti. La mejor manera de dejar de estar ansioso acerca de las finanzas es decir, «Dios, todo es tuyo, no solo el 10%, sino el 100% es tuyo. Estoy confiándolo todo en ti. Quiero ser fiel y capaz de dar». No se trata de dar a la iglesia o a un ministerio porque Dios está en la quiebra y necesita tu dinero, se trata de entregarle a Él tu ansiedad por las finanzas. Si eres desobediente en tus gastos, y siempre compras lo más grande y mejor, por supuesto que vas a estar ansioso pues estás esclavizado a una tarjeta de crédito, en vez de ser un siervo de Jesús.

¿Cómo buscamos a Dios durante la ansiedad? 

III. Nuestra pasión, si nuestra pasión no es Jesús, entonces estamos invitando a la ansiedad a nuestras vidas. Tenemos que ser apasionados por las cosas de Dios. Buscad primero el reino de Dios. No te preocupes por el mañana. La manera de no preocuparte por el mañana, es que busques primero su reino y su justicia. Entonces, al buscarlos, permites que Dios se ocupe de tu futuro. 

Busco al Señor, confío en el Señor, amo al Señor, pero todavía despierto a las 2 de la mañana. Tengo la perspectiva correcta, estoy caminando el camino correcto, tengo pasión por Jesús más que cualquier otra cosa, pero todavía me despierto a la madrugada. A veces, todavía estoy ansioso, ¿qué hago con eso? Esto es lo que hago en esos momentos: me levanto de mi cama, voy al estudio, me arrodillo en el sofá que tenemos ahí y lo uso como mi altar. Voy al Señor en oración, «¿qué es lo que me preocupa Señor, qué está pasando aquí, qué necesito entregarte?» Y ese sofá se convierte en un altar donde entrego todo. 

Eso es el Evangelio, he dejado mi vida delante de Jesús, y he tomado su vida en mí, así que ahora tengo la seguridad de que Cristo habita en mi corazón.