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Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.

y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él: —Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos

Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres.

Pero, como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: —El de ustedes que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

Jesús les respondió: —De cierto, de cierto les digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: —Mujer, ¿dónde están?. ¿Ninguno te ha condenado? Y ella dijo: —Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: —Ni yo te condeno. Vete y, desde ahora, no peques más].