IntegridadНамуна

Pablo nos recuerda las vivencias del pueblo de Israel cuando fueron liberados de la esclavitud, en el paso por el desierto, cómo olvidaban fácilmente que Dios les dio de comer, que les dio agua donde no había nada, que los tuvo que castigar porque se quejaban por todo, habían sido liberados de una terrible esclavitud y no agradecían.

Pablo dice que tenemos esas historias registradas en la Biblia con el propósito de, “aprender a vivir”, que aprendamos a actuar correctamente, a ser agradecidos, a valorar lo que tenemos, que nadie se sienta seguro que tiene la integridad que se requiere para estar delante de Dios; porque cuando creemos que somos fuertes y firmes, viene la prueba que nos demuestra que ocupamos de Dios para ser íntegros realmente.

Ningún ser humano puede ser integro por sí mismo, sin la ayuda de Dios. Hay un dicho popular “ese se cree más justo que Dios”, porque algunas veces calificamos la pureza de las intenciones de los demás, sin ver nuestros fallos y miserias.

Por todo esto existen las tentaciones, existen la pruebas; porque ellas nos permiten vernos a nosotros mismos actuando, las pruebas miden nuestra integridad, miden el temple de nuestras actuaciones. Las pruebas y tentaciones no es para probarle a Dios que podemos vivir sin él, es para probarnos a nosotros mismos que lo necesitamos a él para vivir.