«El Sonido De Los Cielos»Muestra

«Corazones abiertos»

Dios quiere destapar el pozo profundo de su Espíritu en su vida, quiere que usted sea el mayordomo de su agua viva. No se trata solamente de usted. Usted no es el guardián de la llama; es el encendedor de la llama para todos los demás. En el saludo en la segunda carta de Pedro, se dirigió a todos sus lectores: «Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra. Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor». 

Cada creyente, tiene una fe tan preciosa como la de Pedro, Pablo, la suya o la mía. En la gran oración de Jesús, dice que todos los creyentes tienen el mismo propósito que llenó la vida de Cristo: «Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo». Y oró para que cada uno de nosotros nos sintamos sorprendidos, de que el Padre nos ama tanto como ama a su Hijo: «Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos». No hay ciudadanos de segunda clase en el reino de Dios. Nuestro privilegio y responsabilidad como hijos de Dios, como ministros y líderes, es: enseñar, inspirar y liderar a las personas para cumplir con el grandioso llamado de Dios.

Si los líderes espirituales tratan de acaparar la llama, las personas en las congregaciones terminarán criticándolos o idolatrándolos. ¡Yo no quiero ninguna de las dos cosas! Ninguno de nosotros quiere ser criticado, pero ser visto como «el increíble profeta» resulta tentador, un «hombre o una mujer, santos de Dios». Si los ministros no ven como su trabajo principal, la difusión del fuego del Espíritu en todos aquellos que conocen, no se cumplirá «El gran mandamiento», porque la gente juzgará en vez de amar, y «La gran comisión» no se cumplirá, porque las personas estarán absortas en sí mismas, en vez de salir a compartir la historia más grande que jamás se haya contado.

• Cada uno, en el Cuerpo de Cristo tiene una llama, y Dios quiere usarlo para encender a todos.


• Cada uno, en su congregación camina en el propósito eterno, y Dios quiere usarlo para dirigirlo a los lugares adecuados donde será más eficaz.


• Cada uno, tiene el poder del Espíritu.

Cuando esto comience a suceder, nada detendrá al viento recio. Escuchará el sonido de los cielos en su corazón, en sus servicios de oración, y en su congregación. Y esto es algo que no tiene comparación.