Colosenses, La Vida en CristoMuestra

El Evangelio transforma cómo nos relacionamos con Dios

El Evangelio transforma cómo nos relacionamos con Dios. El mismo Evangelio que nos reconcilia con Dios, forma nuestra relación con nuestro Padre. En Cristo, no tenemos que vivir en temor, ni en condenación, ni escondernos como Adán y Eva en el Jardín. En Cristo, podemos vivir como hijos amados y entrar con confianza delante del Padre.

Por el Evangelio vivimos en una relación de Padre e hijo con Dios

Llegamos a confiar en Jesús por creer el Evangelio y entregarnos a Él. De esta misma manera, continuamos en nuestra relación con Dios después de entrar en Cristo. Entramos por el Evangelio y seguimos por el mismo Evangelio. Nuestra relación con Dios es marcada por el Evangelio que nos salvó.

Por el Evangelio no hallamos nuestro valor en nuestras obras

Después de confiar en la obra de Jesús en la cruz para nuestra salvación, siempre existe la tentación de empezar a confiar de nuevo en nuestras obras para justificarnos delante de Dios. Volvemos a creer que somos buenos si nos portamos bien, y malos si nos portamos mal. 

El mismo Evangelio que nos salva también nos llama a continuar confiando en la vida y muerte de Jesús para nuestro buen estado delante del Padre. Así no tenemos que justificarnos por nuestras obras, ni confiar en el legalismo, ni tampoco hallar nuestro valor e identidad en lo que hacemos. Esto nos protege de no caer ni en el orgullo (cuando nos portamos bien) ni en la condenación (cuando nos portamos mal).

En el Evangelio, tenemos que creer que no somos lo que hacemos, ni valemos por lo que hemos hecho.

Por el Evangelio somos perfectos en sus ojos

Si nuestro valor no viene de lo que hacemos, entonces ¿Qué nos justifica delante de Dios? En Cristo, el Evangelio nos da plena confianza delante del Padre porque Él nos hace perfectos.

Nuestro valor viene de las obras de Cristo. La cruz de Cristo nos da perdón; así podemos confesar y no aparentar que somos perfectos. La vida de Cristo nos da perfección; no son nuestras obras las que nos consiguen el amor del Padre. La resurrección de Cristo nos da seguridad eterna; tenemos la confianza que resucitaremos para vivir por la eternidad con nuestro Padre.

El Evangelio transforma cómo hallamos nuestro valor, porque nos dice que somos nuevos y completos en Cristo