Las Palabras Tienen PoderMuestra

Jesús habló palabras de vida

Juan 1:14 (RVR1960) dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad".

A lo largo de los Evangelios, vemos que Jesús siempre habló palabras de vida.

• Sanó con palabras (“¡Sé sano!”).
• Perdonó con palabras (“Tus pecados te son perdonados”).
• Expulsó demonios con palabras (“¡Sal fuera!”).
• Resistió la tentación con palabras (“Escrito está…”).
• Calmó tormentas con palabras (“¡Calla, enmudece!”).
• Resucitó muertos con palabras (“¡Lázaro, ven fuera!”).

Él mismo dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6:63, RVR1960).

Ese mismo principio se aplica a nosotros. Las palabras nunca son neutrales. Llevan fe y vida, o miedo y muerte.

Marcos 11:23 (RVR1960) lo enfatiza: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho".

La fe es la clave para recibir todas las promesas de Dios para nosotros, pero nuestras palabras activan o desactivan nuestra fe. La fe tiene una voz y debes darle expresión con tu boca.

Isaías 55:11 (RVR1960) muestra lo que sucede cuando la Palabra de Dios es hablada: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié".

Cuando proclamas Su Palabra con fe, lleva el mismo poder que si Jesús mismo la estuviera pronunciando. Así que ten cuidado con lo que dices. Cuando recibas malas noticias, no las repitas, contrarréstalas con la Palabra de Dios, tal como hizo Jesús. Cuando le dijeron a Jairo que su hija había muerto, Jesús respondió de inmediato: “No temas, cree solamente" (Marcos 5:36, RVR1960).

Una vida de fe es una vida de poder y victoria, pero comienza con las palabras que hablas.

Reflexión:

¿Cómo puedes, de manera práctica y más frecuente, declarar en voz alta las promesas de Dios en tu vida cotidiana?

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Este plan bíblico está basado en un fragmento del libro Viviendo en plenitud.