El Refugio Viviente

Tal vez recuerdes haber visto una Biblia abierta en muchas casas, casi siempre en el Salmo 91. Algunos lo ponen como amuleto, incluso en contextos esotéricos. Pero este Salmo no se trata de un objeto protector: se trata de una experiencia viva. Para entenderlo, necesitamos imaginar al salmista.

El autor, quizá un levita o un profeta cercano a Moisés, escribió en una época de amenazas constantes: enfermedades, guerras, enemigos que acechaban. La vida era frágil; el temor, real. En medio de ese ambiente, el salmista proclamó que quien habita al amparo del Altísimo descansa seguro. No hablaba de teoría: hablaba de su propia necesidad de perdón, sanidad, fe y descanso en Dios.

Así como aquellos tiempos estaban marcados por la incertidumbre, también hoy enfrentamos ansiedad, heridas y culpas que nos alejan de la paz. Pero el Salmo 91 nos invita a algo más profundo: habitar, morar, permanecer en la presencia de Dios. No basta con abrir la Biblia: hay que vivir el refugio.

Reflexión

• ¿En qué áreas de tu vida necesitas experimentar el perdón de Dios?
• ¿Qué ansiedades te roban el sueño?
  
  Entrégalas en oración. Imagina sus alas cubriéndote, un lugar de cercanía e intimidad donde el miedo se desvanece. Bajo sus alas no solo hay protección: hay amor que acoge y transforma.