Reimaginar El Ánimo a Través De La Vida De BernabéMuestra

Colaboración Fiel en el Ministerio

¿Cómo reaccionas cuando alguien a quien has mentorizado o con quien has servido empieza a eclipsarte? ¿Cuando sus dones atraen más atención que los tuyos? ¿Cuando se convierte en la persona de la que todos quieren saber? Esa es una de las grandes pruebas de carácter. ¿Puedes celebrar genuinamente el éxito de los demás o te sientes amenazado por él? Bernabé nos muestra cómo es un liderazgo seguro y con mentalidad de reino: encontrar un gozo profundo en el desarrollo de otros, incluso cuando nos superan.

Cuando llegó a la iglesia de Jerusalén la noticia de que los gentiles de Antioquía estaban aceptando la fe en Jesús, enviaron a Bernabé a investigar. Lo que encontró fue una prueba inequívoca de la gracia de Dios. ¿Su respuesta? Fiel a su estilo, "se alegró y animó a todos a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor" (Hechos 11:23, NVI)

Pero Bernabé no se detuvo allí. Reconoció que el rápido crecimiento y la diversa composición de la iglesia requerían un liderazgo mayor del que él podía ejercer solo. Así que, tomó una decisión audaz y desinteresada: viajó a Tarso para buscar a Saulo, quien había estado marginado desde su conversión. Cuando lo encontró, Bernabé lo trajo de vuelta a Antioquía. Durante un año entero, enseñaron juntos y ayudaron a cimentar esta joven y vibrante iglesia. Esta decisión dice mucho. Bernabé no se sintió amenazado por los dones de Saulo; los buscó. No sintió la necesidad de ser el centro de atención; compartió con gusto el protagonismo. Veía el liderazgo como algo que debía multiplicarse, no acumularse.

Más tarde, cuando el Espíritu Santo llamó a Bernabé y a Saulo para ser enviados como misioneros, la iglesia oró, ayunó y los comisionó. En ese viaje —el primero de Pablo— Dios los usó para fundar iglesias en Chipre y el sur de Turquía. Al principio, Bernabé dirigió el equipo. Pero con el tiempo, el liderazgo de Pablo cobró protagonismo. Lucas se refiere a ellos inicialmente como "Bernabé y Saulo" (Hechos 13:2, NVI), luego "Pablo y Bernabé" (Hechos 13:43, NVI), luego "Pablo y sus compañeros" (Hechos 16:6, TLA). Sorprendentemente, Bernabé no se resistió a este cambio. Lo aceptó. Su objetivo no era el reconocimiento personal, sino el avance del reino.

Su colaboración ofrece un modelo poderoso para el ministerio hoy. El verdadero aliento no es algo que se da en solitario. Prospera en colaboración. Se multiplica mediante un liderazgo compartido. Florece cuando invertimos en otros no solo para ayudarlos a crecer, sino para impulsarlos a un impacto mayor del que podríamos tener solos.

La humildad y la madurez de Bernabé son un desafío necesario en nuestra cultura de competencia y construcción de plataformas. No se aferraba al estatus ni necesitaba ser la voz principal. Su alegría provenía de ver a otros prosperar en el llamado que Dios les dio, incluso cuando eso significaba pasar a un segundo plano.

¿Y si adoptáramos esa mentalidad? ¿Y si midiéramos el éxito no por lo indispensables que nos volvemos, sino por cuántas personas hemos empoderado y liberado?

Preguntas de Reflexión:

1. ¿Qué tan cómodo se siente usted compartiendo el liderazgo o la atención en situaciones ministeriales o laborales?
2. ¿Con quién podría asociarse para multiplicar su impacto al alentar y servir a los demás?

Oración:
Dios, ayúdame a ser un compañero fiel que edifica a otros y comparte el liderazgo por el bien de tu reino. Guárdame del egoísmo y el orgullo. Que encuentre alegría en el éxito de los demás. Amén.