Encontrar fuerza en momentos

Muchas personas, ante las dificultades, comienzan a derrumbarse: la esperanza se apaga, el ánimo se carga de peso. Las tormentas de la vida no piden permiso: llegan, desordenan todo, sacuden nuestra fe y nos marcan en lo profundo.

Hay dolores que quitan el aliento y lágrimas que fluyen como ríos. Sin embargo, en medio de este caos, el salmista declara algo milagroso y sobrenatural:

“Mi alma se consume de tristeza; fortaléceme según tu palabra". Hay una fuerza que no viene de nosotros, sino de la Palabra de Dios. Ella consuela, sostiene y levanta. La Palabra transforma las lágrimas en cantos de alegría, el dolor en testimonio, la herida en sanación. Como un ungüento poderoso, la Palabra actúa en el corazón, apagando la desesperación e infundiendo una esperanza nueva, viva e inquebrantable.

No es magia: es el poder vivo de Dios que obra cuando elegimos escuchar, creer y confiarnos a Su voz.

Oración: Señor, fortaléceme según Tu Palabra. Cuando el dolor me derribe, sé Tú mi fuerza y mi consuelo.