Amar en Medio De Las DiferenciasMuestra

En el matrimonio, el enojo puede aparecer en los momentos menos esperados: una palabra mal entendida, una expectativa no cumplida, una actitud que hiere. Sentir enojo no es pecado en sí mismo, pero puede convertirse en un arma que daña profundamente si no sabemos gestionarla.

Entonces, Pablo nos invita a reconocer nuestro enojo sin negarlo, pero a la vez a administrarlo con sabiduría, de manera que no destruya nuestras relaciones. Por lo tanto, la Biblia nos llama a reconocer nuestras emociones, pero también a ponerles un límite: no permitir que el enojo se convierta en pecado ni que nos lleve a lastimar a la persona que amamos. Discutir es parte de la vida en pareja, pero podemos aprender a discutir sin destruir, buscando siempre la reconciliación antes de que “se ponga el sol”.

Con lo cual, la clave no está en evitar todo conflicto, sino en resolverlo de una manera que glorifique a Dios y fortalezca el vínculo.

Un conflicto sano se caracteriza por:

1. Hablar desde el respeto, no desde la ofensa.
2. Escuchar para comprender, no solo para responder.
3. Buscar soluciones, no culpables.
4. Cuidar el tono y las palabras, porque hieren o sanan más que los hechos.

Pregunta para reflexionar en pareja

¿De qué manera solemos reaccionar cuando nos enojamos: buscando resolver juntos, o tratando de “ganar” la discusión?

Actividad práctica

Esta semana, cuando aparezca un conflicto, hagan juntos una pausa de 5 minutos antes de continuar la conversación. Luego, cada uno comparta cómo se sintió sin atacar al otro, y terminen con una oración corta pidiendo a Dios que les ayude a reconciliarse.