Un Jesús así… ¡se parece demasiado a mí!

Una de las imágenes más desalentadoras que a veces recibimos de Jesús es la de un ser demasiado perfecto, demasiado espiritual, demasiado... distante. Una figura celestial inalcanzable, incapaz de comprender verdaderamente las luchas, dudas o debilidades humanas, mientras que el mensaje de la Biblia es precisamente lo contrario.

El versículo de hoy nos dice que Jesús "fue tentado en todo como nosotros". Él no es un Dios de arriba que nos observa con juicio. Es alguien que caminó por el polvo de las calles, que tuvo hambre, sed, lloró, fue traicionado, sintió miedo y dolor. Sin embargo, nunca pecó. Esto no lo hace más distante de nosotros, sino más cercano.

Piénsalo: si quieres confiar en alguien, ¿preferirías hablar con alguien que ha pasado por las mismas dificultades que tú o con alguien que te menosprecia? Jesús, según la Biblia, no es un juez frío, sino un amigo que ha experimentado en carne propia el peso de la existencia humana. Esta humanidad suya es lo que lo hace único. Él es el puente perfecto entre el cielo y la tierra. Su empatía no es teórica, sino real. Y en esto, muchos que se habían distanciado de Él descubrieron algo sorprendente: Jesús comprende.

Si alguna vez te has sentido inadecuado, demasiado alejado de la espiritualidad o demasiado desorientado para "acercarte a Dios", quizás deberías conocer mejor a este Jesús. Tal vez, al igual que tú, pasó noches y días sin dormir sintiéndose incomprendido.