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Una vida como sacrificio vivo
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios (...)” (Romanos 12:1a RVR1960).
La verdadera adoración comienza cuando entrego mi vida entera como altar viviente a Dios.
Pablo no ordena, ruega. El fundamento de su exhortación es “por las misericordias de Dios”. No se trata de un deber seco, sino de una respuesta agradecida al amor inmerecido recibido en Cristo (Romanos 11:36).
Presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo implica una entrega total: mente, emociones, voluntad, acciones. A diferencia de los sacrificios del Antiguo Testamento que morían sobre el altar, Dios desea un sacrificio que siga vivo, constantemente disponible para Su propósito (Gálatas 2:20).
Una vida santa y agradable a Dios no es resultado de rituales externos, sino de una rendición diaria y consciente de nuestro ser entero a Su servicio.
¿Estoy viviendo mi vida como un sacrificio diario a Dios, o me limito a ofrecerle solo áreas que me resultan cómodas?
Escrituras
Acerca de este Plan
Romanos 12:1-2 nos llama a una vida de entrega total a Dios como respuesta lógica a Su misericordia. Este pasaje nos lleva a comprender cómo la verdadera adoración no se limita a actos religiosos, sino que implica ofrecer nuestra vida como un sacrificio vivo, resistir las presiones del mundo, y ser transformados por la renovación de nuestra mente. Solo así descubriremos y viviremos en la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: leadershiftglobal.com
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