Mirada Desde El MonteMuestra

~ Mirada Desde El Monte ~

Introducción

Este devocional presenta una mirada imaginativa y simbólica basada en Mateo 17: la historia de la transfiguración de Jesús. El “cuarto discípulo que nadie vio” es un personaje ficticio, como una forma de representar a todos nosotros que seguimos a Jesús y somos testigos de su gloria. Aunque la historia del devocional es ficticia, se inspira en el relato bíblico de la transfiguración.

No se trata de añadir ni modificar las Escrituras, sino de acercarnos a ellas con el corazón abierto, usando una narrativa creativa y reflexiva que nos ayude a identificarnos más profundamente con lo que el texto nos muestra.

Mi intención es invitarte a mirar el monte, a contemplar a Jesús, y a bajar transformado…

Capítulo 1 | El cuarto que nadie vio

Mateo 17:1 "Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto" (RVR1960).

(Perspectiva del cuarto discípulo)

Pedro, Jacobo y Juan caminaron junto al Maestro, mientras los demás nos quedamos abajo, esperando. Pero yo… los seguí en silencio, a la distancia, con el corazón ansioso por conocer más. El día era claro, pero el aire iba cambiando a medida que subíamos. Tropecé con una piedra y me escondí tras un árbol, justo a tiempo. Pedro siempre cerraba la marcha... y no podía dejar que me viera.

¿Por qué estas cosas me pasan a mí? Justo en el momento en que más discreto necesito ser. “Solo un poco más”, me repetía a mí mismo, aunque el miedo insistía en que era mejor retroceder. Era el deseo de saber lo que me mantenía allí. Siempre fui el más pequeño del grupo, y quizá por eso, también el más pregun­tón. Pedro me lo decía a menudo, entre risas. Pero Jesús… Jesús nunca se cansa de mis preguntas.

Finalmente, se detuvieron, y algo en los ojos de Pedro, Jacobo y Juan cambió. Había asombro, como si estuvieran viendo lo imposible. No entendía por qué sus rostros se encendían con tanto gozo, pero intuía que tenía que ver con Jesús… aunque no podía verlo. Estaba demasiado lejos, y yo seguía observando desde mi escondite entre los árboles.

Sus ojos reflejaban una verdad que aún me era oculta… y si me acerco un poco más… me olvido de todo y voy. Pero, ¿y si me ven y los interrumpo? ¿Y si Pedro me regresa de donde vengo? Aunque no podía alcanzarlo a ver, estaba en el monte con Jesús, y sentía algo en mis huesos que no sabría cómo describir. Con las rodillas apuntando al suelo, mis ojos se llenaron de asombro. Soy el cuarto que nadie vio, pero que contempló la gloria de Jesús, el Hijo amado del Padre.

Reflexión:

La subida al monte la vivieron Pedro, Jacobo y Juan, junto con alguien más: el discípulo silencioso, el cuarto que nadie vio. No era un testigo visible, sino la voz de todos nosotros que, con humildad y reverencia, caminamos con Jesús en espíritu y verdad.

Este discípulo interior, aunque lleno de dudas y miedos, contempló la gloria de Jesús revelada entre los demás. Porque la luz de Cristo no hace distinción: ilumina a todos, sin importar nuestra condición ni nuestro lugar.

Subir al monte me recuerda que seguir a Jesús no siempre significa estar al frente, sino estar dispuesto, incluso en lo oculto, a dejar que su luz nos transforme. Es reconocer nuestra fragilidad, nuestra necesidad de ser cambiados, y aprender a ver a Jesús incluso en medio de nuestras inseguridades.

Dios sigue transformando vidas en lo secreto. Y aunque nadie nos vea, nacen testigos a cada segundo.

Oración:

Amado Padre, gracias por darme a Jesús, mi amigo fiel y eterno. Aun cuando no me siento digno de subir al monte, Él me espera con amor. Gracias por hacerme parte de tu propósito.

Romanos 8:28 (TLA): Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan. Amén.

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