Imagen distorsionada

La gran mayoría de las personas tienen una idea distorsionada de quién es Dios. Algunos, por falta de conocimiento, creen que Dios es gruñón, malhumorado, siempre esperando que cometas un error para castigarte. Otros, en cambio, piensan que Dios es solo amor, que no importa lo que hagas ni si vives en pecado. Te dicen: “Vive tu vida como quieras, eres libre de hacer lo que quieras. Dios nos ama a todos, somos sus hijos y todos iremos con Él”.

Aunque es cierto que Dios es amor, estas ideas incompletas han abierto la puerta a que muchos creen dioses “a su propia imagen y semejanza” . Comenzamos a diseñar un dios a la medida de nuestros gustos y preferencias, un dios complaciente con nuestro estilo de vida. Un dios que no confronta, que se ajusta a nuestras decisiones, que incluso limitamos en su poder y gracia, invalidando en la práctica el sacrificio de Jesús en la cruz.

Este “dios” inventado agrada a muchos porque justifica su forma de pensar y vivir, tranquiliza la conciencia y, para sostenerlo, se usan versículos a medias o fuera de contexto. Es más fácil vivir así que esforzarse por conocer al Todopoderoso de las Escrituras

Pero la verdad es que un dios falso, creado por la mente humana, no puede salvarte. Mientras sigas sirviendo a esa imagen distorsionada, estarás pereciendo, retrocediendo… viviendo en lo que podríamos llamar “Atenas 2.0”, rodeado de muchos altares pero sin conocer al Dios verdadero.