Permanezcan en Mi Amor: El Mandato Que TransformaMuestra

Permanecer en su amor

"Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor" (Juan 15:9 RVR1960).

Permanecer en el amor de Cristo es vivir anclado en el origen de todo verdadero amor.

Jesús no nos invita sólo a amar, sino a permanecer en el amor. Su amor es el mismo con el que el Padre lo amó: eterno, incondicional, abnegado, sacrificial, altruista, activo. Este amor no es solo afecto; es compromiso, entrega, decisión, acción. Permanecer en su amor implica morar en Él, vivir desde Él.

El amor de Jesús no es una emoción pasajera ni una recompensa por nuestra conducta. Es una realidad permanente, profunda y generosa, que proviene del mismo amor que el Padre tiene por el Hijo. Jesús nos invita a vivir desde esa fuente, a permanecer, es decir, a habitar continuamente en su amor.

Este amor no se basa en méritos, sino en la fidelidad de quien ama. No podemos comprarlo ni producirlo ni agotarlo, solo aceptarlo y responder a él con una vida que se mantenga conectada a esa vid que da vida.

Esto nos confronta: ¿Desde dónde estamos amando? ¿Desde el ego, el deber, la costumbre... o desde una fuente divina que nos llena primero?

Pero, ¿cómo se permanece? No se trata sólo de sentirnos amados, sino de mantener una comunión activa con Él: a través de la oración, la obediencia, la meditación de su Palabra, y una vida vivida en respuesta a ese amor. Permanecer en su amor es vivir conscientes de que no estamos solos, de que somos sostenidos, afirmados y llamados por ese amor inmutable que no cambia.

En tiempos de duda, frustración o debilidad, su amor es el ancla que nos fortalece y estabiliza. Cuando todo parece incierto, podemos recordarnos: "Yo soy amado por Cristo como Él es amado por el Padre".

¿Estoy habitando en el amor de Jesús o sobreviviendo desde mis propias fuerzas? ¿Qué significa para mí, de forma práctica, permanecer en el amor de Cristo cada día?