El alma que desea más de Dios

El Salmo 42 describe a un ciervo que busca el agua con desesperación, no porque sea su deber, sino porque sin ella no puede vivir. Así debe ser nuestro corazón con Dios. Cuando un alma tiene sed de Su presencia, ora porque anhela hablar con su Padre, lee la Biblia porque tiene hambre de Su voz, y adora porque no puede callar su gratitud.

Jesús nos enseñó que cuando permanecemos en Su amor, nuestro gozo se completa. Eso significa que la alegría verdadera no se encuentra solo en las bendiciones o en los logros, sino en estar cerca de Él. David también decía que en Su presencia hay plenitud de gozo, algo que no se encuentra en ningún otro lugar.

Hoy, haz una pausa y pregúntate: ¿Estoy buscando a Dios solo porque “tengo que”, o porque sin Él no puedo vivir? ¿Estoy llenando mi corazón de otras aguas que no calman mi sed? Dile a Dios con sinceridad: “Señor, te busco porque mi alma tiene sed de Ti. Solo Tú puedes darme vida y alegría verdadera”.

Sigue leyendo y aprende con nosotros cómo pasar de una relación guiada por el deber a una inspirada por el querer en Dios.