Reencendiendo Nuestra ComunicaciónMuestra

De lo trivial a lo íntimo

El matrimonio fue diseñado por Dios como una relación de unidad profunda, no como una convivencia superficial. Las conversaciones triviales —como qué comer, quién sacó la basura o cómo estuvo el tráfico— son necesarias, pero no suficientes. Una relación no puede crecer ni florecer si se alimenta únicamente de lo cotidiano. Para que el matrimonio sea fuerte, necesitamos cultivar la comunicación íntima.

Cuando Adán vio a Eva por primera vez, no habló sobre el clima. Exclamó con asombro: ¡Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne! (Génesis 2:23). Había una conexión emocional, una comunicación del alma.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, muchos matrimonios reemplazan la conversación profunda con lo funcional. Poco a poco, lo que fue un jardín de conexión se convierte en un desierto de silencios o palabras vacías. Esto no es lo que Dios desea.

Génesis 11 nos enseña un principio poderoso: cuando las personas están unidas y hablan el mismo lenguaje, nada les será imposible. Este pasaje, aunque describe un evento fuera de la voluntad de Dios (la torre de Babel), revela un principio de unidad que sí está alineado con Su diseño para el matrimonio: cuando hablamos el mismo idioma del corazón, somos imparables.

Reflexión para hoy:

1. ¿Qué tan profundas han sido nuestras conversaciones esta semana?
2. ¿Hay temas importantes que hemos evitado por comodidad o temor al conflicto?
3. ¿Estoy creando espacios seguros donde mi pareja se sienta libre de expresar lo que realmente siente?

Desafío del día:

Busca hoy un momento tranquilo con tu pareja. Apaguen las distracciones y háganse una pregunta poderosa: ¿Cómo estás realmente? Luego, escuchen sin juzgar, sin interrumpir. Practiquen el arte de la comunicación íntima, esa que une y fortalece.