Lo que Dios te da

En este día dos seguimos buscando desarrollar el propósito, así que nos enfocaremos en aquello que Dios nos da sin ser merecido. Cuando Dios te da un don, no es solo para ti, sino para que lo pongas al servicio de los demás, pero ponerlo al servicio de los demás es tener la humildad de entregarlo sin necesidad de recibir un aplauso de vuelta. Jesús no buscaba aplausos; Jesús buscaba abrazos. De igual forma pasa con tus talentos, deja que la gente te abrace con su amor y no que te llene con sus aplausos. Es importante que entiendas que tus talentos tienen el poder de bendecir a otros, así como enseñarles algo valioso que quizás ellos tienen, pero no logran ver.

Hasta en esto Dios trabaja en nuestro carácter, con el fin de que podamos brindar sin negociar aquello que nos entrega gratis y con amor. En Proverbios 11:24 encontramos un principio espiritual clave:
Hay quienes reparten y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo justo, pero vienen a pobreza.

Cuando entregamos lo que Dios nos ha dado con generosidad, Él se encarga de multiplicarlo. No temas en sembrar lo que tienes, porque Dios es capaz de convertirlo en una bendición mayor. Esto nos recuerda que cuando damos con un corazón generoso y ponemos en práctica lo que Dios nos ha dado, Él se encarga de todo. Retener lo que hemos recibido por miedo o desconfianza solo nos limita y retrasa aquello que ya ha sido habilitado en nosotros, pero cuando confiamos y actuamos en fe, Dios abre nuevas puertas y nos lleva a lugares que nunca imaginamos.

Los comienzos siempre son pequeños. No subestimes el día de los comienzos humildes; Dios prueba nuestra fidelidad en lo poco antes de confiarnos más.