Traslúcidos: Viviendo con integridad, propósito y capacidad de reflejar Su Luz.Muestra

Una vida en Traslúcido

Un día mientras leía un artículo, me encontré con algo fascinante: los materiales traslúcidos, son originalmente opacos en su esencia, pero existe un proceso que puede transformarlos de tal manera que su naturaleza cambia y adquieren la increíble capacidad de permitir que la luz los atraviese. Lo que antes no podía reflejar nada, ahora puede reflejar belleza. Cuando son tocados por la luz, revelan una nueva y verdadera esencia.

¡Wow! Algo tan sencillo y, a la vez, tan profundo me hizo reflexionar sobre lo similar que es esto a nuestras vidas espirituales.

Por naturaleza, nosotros, como seres humanos, estamos separados de Dios, y solo una decisión voluntaria puede reconciliarnos con Él, y es cuando elegimos no vivir nuestros días simplemente maravillándonos de las obras de Dios y reconociéndolo como Creador, sino más bien, decidimos entregarnos a Él como Señor. Es allí cuando la verdadera transformación comienza. Su luz se adentra en las partes más profundas de nuestro ser, cambia toda nuestra esencia. Somos hechos nuevos.

¿Por qué quedarnos solo como espectadores de Sus maravillas, cuando podemos ser la obra misma que revela el poder transformador de Su luz?

¿ Por qué permanecer opacos cuando podemos convertirnos en traslúcidos?

Aunque nuestra entrega a Cristo comienza con una decisión única, profunda y eterna, cada día de nuestra vida, somos invitados a una nueva elección: rendirnos a Él; una oportunidad renovada para poner cada área de nuestras vidas en Sus manos como un acto de fe, creyendo que mientras entregamos, seremos embellecidos.

La luz de Cristo que obra en nosotros, no nos deja en el estado en el que estábamos al comienzo, nos renueva y llena nuestro ser de frutos. Cambia completamente tanto lo que mostramos al mundo como lo que vivimos en privado. El edén, un lugar que parecía ser solo parte de la historia en Génesis, realmente existe, vive dentro de nuestro ser… Lo que antes era opaco, ahora irradia Su luz; las áreas grises se llenan de color; donde parecía haber desolación, vida comienza a florecer. El caos se transforma en orden, la ansiedad en paz, y el desaliento es reemplazado por esperanza.

Finalmente, al entregarnos en Sus manos, abrazamos una gran promesa: Él continuará perfeccionándonos para que vez tras vez reflejemos Su obra en nosotros con mayor claridad. Y un día, cuando estemos en la eternidad, ya no seremos simplemente Traslúcidos, ahora seremos perfectamente transparentes, un reflejo puro de Su gloria, sin manchas, sin sombras.

Reflexión: ¿Estás dispuesto a permitir que la luz de Cristo transforme tu vida? ¿Estás listo para entregarte a Él como tu Señor y rendirte día a día en sus manos? ¿Qué área de tu vida sientes que debes rendir hoy para que Él continúe Su obra en ti?

Oración: Señor, hazme traslúcido. Permite que Tu luz brille en mí y me transforme desde adentro hacia afuera. Amén.