Afilando mi espadaMuestra

Al sumergirnos en las parábolas de Lucas 15, experimentemos la profunda alegría del cielo por cada pecador que se arrepiente. Esta celebración divina no solo nos recuerda la inmensidad del amor de Dios, sino que también nos desafía a vivir nuestra misión con un fervor renovado. ¿Estamos listos para ser instrumentos de esa alegría, buscando y abrazando a quienes han estado perdidos en nuestro entorno? Que este tiempo de meditación despierte en nosotros el deseo de ser heraldos de esperanza y restauración, extendiendo nuestras manos y corazones hacia aquellos que más lo necesitan. Seamos la luz que brilla en la oscuridad, transformando cada regreso en una celebración de amor y compasión. ¡Juntos, hagamos eco de la alegría de nuestro Padre!