Afilando mi espadaMuestra

En el tercer capítulo de primera de Corintios 1, el apóstol Pablo aborda las divisiones dentro de la comunidad de Corinto, señalando que la falta de unidad y el apego a líderes humanos son signos de inmadurez espiritual. Él compara a los creyentes con un campo cultivado y una edificación, recordando que él plantó, Apolos regó, pero es Dios quien da el crecimiento. Pablo enfatiza que la verdadera base de la edificación espiritual es Jesucristo, y cada uno será evaluado por la calidad de su obra.

Durante la lectura de este capítulo, reflexiona sobre el fundamento de tu vida y comunidad en Cristo, y permite que el Espíritu te guíe en cómo edificar con sabiduría en Él.

La llamada de Pablo a la unidad es un recordatorio esencial para nosotros hoy. La diversidad de dones y ministerios no debe llevar a divisiones, sino a un enriquecimiento mutuo dentro del cuerpo de Cristo. Al considerar cómo estamos contribuyendo a la edificación de la comunidad de fe, debemos preguntarnos si estamos apoyando a otros en su caminar con Dios o fomentando divisiones.

También es crucial notar que, al final, cada uno de nosotros será evaluado por Dios en función de la calidad de nuestro trabajo. ¿Estamos edificando con materiales que perduran, como la fe, el amor y la verdad? O, ¿estamos construyendo sobre cimientos inestables, buscando resultados temporales y superficiales? Esta evaluación no debe ser un motivo de temor, sino un aliento para examinar nuestras motivaciones y dedicarnos a lo que realmente importa en la vida.