Afilando mi espadaMuestra

En Hechos 3, presenciamos un milagro extraordinario cuando Pedro y Juan sanan a un hombre cojo desde su nacimiento. Este acontecimiento no solo resalta el poder de Dios manifestado a través de Sus discípulos, sino que también nos muestra la compasión y el amor que Jesús tenía por los necesitados. Al sanar al cojo, Pedro no solo aborda su necesidad física, sino que también ofrece una oportunidad para la restauración espiritual. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra disposición para ser instrumentos de sanidad y esperanza en la vida de quienes nos rodean.

A medida que nos adentramos en este capítulo, observemos cómo Dios utiliza a Sus discípulos para hacer una diferencia tangible en el mundo.

Al contemplar la obra de sanidad en este capítulo, seamos inspirados por el llamado a actuar en fe y a extender nuestra mano a aquellos que están en necesidad. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de ser un canal de bendición y un reflejo del amor de Cristo en nuestra comunidad.

Preguntémonos: ¿Estamos dispuestos a mirar más allá de nuestras propias preocupaciones y ser instrumentos de esperanza para otros? Que este tiempo de meditación nos motive a actuar con valentía y compasión, buscando oportunidades para ser parte de la obra transformadora de Dios en el corazón de las personas que nos rodean. ¡Que nuestra fe se traduzca en acciones que glorifiquen a Dios y lleven sanidad a los que sufren!