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«Dios no descansó porque estuviera cansado»

Dios no descansó en el séptimo día porque estuviera cansado o fatigado. La omnipotencia no se fatiga. Sin embargo, Dios descansó, porque había terminado. Su trabajo de la creación estaba completo, pero Dios descansó también por nuestro bien. Necesitábamos ver el ritmo de trabajo y descanso. Él descansó por nuestro cansancio, no por el suyo.

La Biblia dice que Dios bendijo el «Sabbath» y lo hizo santo. ¿En qué sentido es santo el «Sabbath»? Es el regalo de Dios para nosotros. Un día para descansar y alabar, y un día para orar y jugar. Un día para parar de trabajar. Dios te diseñó para descansar de siete días, durante un día completo. Tu mente lo necesita. Tu alma lo necesita. Pero el Sabbath es más que abstenerse de trabajar, también es la presencia de adoración. 

Es un día para vivir en la presencia de Dios. La razón por la que el fin de semana no refresca a algunas personas, quienes siguen cansados el lunes en la mañana tanto como el viernes por la tarde, es porque no honran el Sabbath. Pueden abstenerse de trabajar, pero no adoran. Necesitamos que nuestras almas se restauren, y que solamente viene cuando tocamos a Dios y dejamos que Dios de aliento de vida en nuestras almas cansadas. Esto se convierte en adoración. Este es el Sabbath. Este es el regalo de Dios para ti.

Al comienzo de la Biblia, Dios da trabajo al hombre. Esto significa que el trabajo es inherentemente bueno. El trabajo no es el resultado del pecado. No es una consecuencia de la caída. El trabajo fue creado antes de la caída. De hecho, Dios trabajó. Cuando se abre la Biblia, Dios está trabajando. El trabajo en sí, es completamente bueno. Por otra parte, somos diseñados para el trabajo. Somos portadores de la imagen de Dios, quien trabaja. El trabajo es parte de nuestro diseño, parte de nuestra humanidad y parte de la imagen de Dios en nosotros. Necesitamos el trabajo.

Esto no es para decir que necesitamos un trabajo. No necesitamos un trabajo pagado para estar totalmente vivos, pero necesitamos trabajar, ya sea en la casa, el colegio, voluntariado, o un trabajo pagado. Nuestro trabajo le importa a Dios. Así como Dios se ocupó del trabajo de Adán, se interesa en nuestro trabajo. Él quiere que este trabajo te realice, no te frustre. ¿Cómo se convierte nuestro trabajo en una fuente de realización y no de frustración? Sucede cuando convertimos el trabajo en adoración. Si hacemos el trabajo para Dios, para agradarlo y honrarlo, entonces el trabajo se convertirá en un acto de adoración.