¿Para qué te ha llamado Jesús?

Jesús te ha llamado. Como los discípulos, vas tras Él. Él es tu Maestro y fijas tu mirada en Él. Pero, ¿para qué te ha llamado realmente Jesús? ¿Qué tarea tiene para ti? ¿Qué aspecto tiene? ¿Qué forma adopta?

En esta parte de "Los Elegidos", ves a los discípulos haciéndose estas preguntas. Una hermosa frase con la que te encuentras es: "No sé si algo está claro... Él (Jesús) es el único que sabe en quién me convertiré. Por encima de todo, Él es el Maestro y nosotros somos sus discípulos".

Bonita pose, ¿verdad?

En la sección de Juan, te encuentras con una clave. Jesús dice allí: Les he elegido y les he destinado a dar fruto. Fruto duradero.

En Gálatas, te encuentras con los dones del Fruto del Espíritu. La famosa lista del amor, la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y el autocontrol.

En cualquier caso, lo que Jesús quiere es que ese fruto crezca y sea visible en tu vida. No puede hacerse en el "suelo" de tu propia "carne", de quién eres, de tus propios esfuerzos. Sólo puede hacerse en la "tierra" del Espíritu, su obra en ti y a través de ti. Por eso es también el Fruto del Espíritu.

En Juan, encontramos otros dos rasgos importantes. En primer lugar, Jesús habla de pedir al Padre. Orando. Hablando. Estar en relación con Él. El Padre quiere dar, proveer (versículo 16).

Yo llamo a eso la "relación vertical" en la que nos encontramos, en la que somos llamados.

En el versículo 17, te encuentras con el mandato de Jesús de amaros los unos a los otros.

Yo llamo a esto la "relación horizontal", la relación en la que nos mantenemos unos con otros. En ella, el amor es la palabra clave.

Tal vez conozcas el Gran Mandamiento. Allí también te encontrarás con esas dos relaciones (o direcciones). Si piensas en la "vocación", al menos sabrás que puedes estar en esas dos relaciones, puedes crecer, recibir y compartir.

¿Qué aspecto tiene? Eso puede tener miles de formas y colores. Los dones y talentos que te han sido dados, tu personalidad, quién eres, tú experiencia, todo ello desempeña un papel en ello.

Al igual que los discípulos caminaron con Jesús y descubrieron poco a poco lo que se les permitía hacer, tú también puedes hacerlo. Sigue a Jesús. Vive en la relación con el Padre, y vive en el amor con los hermanos y hermanas que te rodean.

Reflexiona sobre las siguientes preguntas:

• ¿Para qué te ha llamado Jesús?
• ¿Tienes una imagen concreta de ello?
• ¿Ves algo del Fruto del Espíritu en tu vida?
• ¿En qué te gustaría crecer?

Ora: "Señor, me gustaría hacer lo que tú me pides. Me gustaría crecer y parecerme más a ti. Me gustaría que el Fruto del Espíritu se hiciera más visible en mi vida. Señor, ¿me hablarías y me dirigirías, me guiarás, me darías orientación? Y ¿me darías el valor para hacer aquellas cosas que ya sé que debo hacer? Tú eres el Maestro, quiero seguirte. Amén".