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Biblia Reina Valera 1960

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 <div class="book bk2KI">
 <div class="chapter ch4" data-usfm="2KI.4">
 <div class="label">4</div><div class="s">El aceite de la viuda</div><div class="p"> 1Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clam&#243; a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y t&#250; sabes que tu siervo era temeroso de Jehov&#225;; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos m&#237;os por siervos. 2Y Eliseo le dijo: &#191;Qu&#233; te har&#233; yo? Decl&#225;rame qu&#233; tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3&#201;l le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vac&#237;as, no pocas. 4Entra luego, y enci&#233;rrate t&#250; y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una est&#233; llena, ponla aparte. 5Y se fue la mujer, y cerr&#243; la puerta encerr&#225;ndose ella y sus hijos; y ellos le tra&#237;an las vasijas, y ella echaba del aceite. 6Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tr&#225;eme a&#250;n otras vasijas. Y &#233;l dijo: No hay m&#225;s vasijas. Entonces ces&#243; el aceite. 7Vino ella luego, y lo cont&#243; al var&#243;n de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y t&#250; y tus hijos vivid de lo que quede.</div><div class="s">Eliseo y la sunamita</div><div class="p"> 8Aconteci&#243; tambi&#233;n que un d&#237;a pasaba Eliseo por Sunem; y hab&#237;a all&#237; una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando &#233;l pasaba por all&#237;, ven&#237;a a la casa de ella a comer. 9Y ella dijo a su marido: He aqu&#237; ahora, yo entiendo que este que siempre pasa por nuestra casa, es var&#243;n santo de Dios. 10Yo te ruego que hagamos un peque&#241;o aposento de paredes, y pongamos all&#237; cama, mesa, silla y candelero, para que cuando &#233;l viniere a nosotros, se quede en &#233;l.</div><div class="p"> 11Y aconteci&#243; que un d&#237;a vino &#233;l por all&#237;, y se qued&#243; en aquel aposento, y all&#237; durmi&#243;. 12Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llam&#243;, vino ella delante de &#233;l. 13Dijo &#233;l entonces a Giezi: Dile: He aqu&#237; t&#250; has estado sol&#237;cita por nosotros con todo este esmero; &#191;qu&#233; quieres que haga por ti? &#191;Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ej&#233;rcito? Y ella respondi&#243;: Yo habito en medio de mi pueblo. 14Y &#233;l dijo: &#191;Qu&#233;, pues, haremos por ella? Y Giezi respondi&#243;: He aqu&#237; que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. 15Dijo entonces: Ll&#225;mala. Y &#233;l la llam&#243;, y ella se par&#243; a la puerta. 16Y &#233;l le dijo: El a&#241;o que viene, por este tiempo, abrazar&#225;s un hijo. Y ella dijo: No, se&#241;or m&#237;o, var&#243;n de Dios, no hagas burla de tu sierva. 17Mas la mujer concibi&#243;, y dio a luz un hijo el a&#241;o siguiente, en el tiempo que Eliseo le hab&#237;a dicho.</div><div class="p"> 18Y el ni&#241;o creci&#243;. Pero aconteci&#243; un d&#237;a, que vino a su padre, que estaba con los segadores; 19y dijo a su padre: &#161;Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Ll&#233;valo a su madre. 20Y habi&#233;ndole &#233;l tomado y tra&#237;do a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediod&#237;a, y muri&#243;. 21Ella entonces subi&#243;, y lo puso sobre la cama del var&#243;n de Dios, y cerrando la puerta, se sali&#243;. 22Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que env&#237;es conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al var&#243;n de Dios, y regrese. 23&#201;l dijo: &#191;Para qu&#233; vas a verle hoy? No es nueva luna, ni d&#237;a de reposo.#4.23 Aqu&#237; equivale a s&#225;bado. Y ella respondi&#243;: Paz. 24Despu&#233;s hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Gu&#237;a y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere. 25Parti&#243;, pues, y vino al var&#243;n de Dios, al monte Carmelo.</div><div class="p">Y cuando el var&#243;n de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aqu&#237; la sunamita. 26Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: &#191;Te va bien a ti? &#191;Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien. 27Luego que lleg&#243; a donde estaba el var&#243;n de Dios en el monte, se asi&#243; de sus pies. Y se acerc&#243; Giezi para quitarla; pero el var&#243;n de Dios le dijo: D&#233;jala, porque su alma est&#225; en amargura, y Jehov&#225; me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. 28Y ella dijo: &#191;Ped&#237; yo hijo a mi se&#241;or? &#191;No dije yo que no te burlases de m&#237;? 29Entonces dijo &#233;l a Giezi: Ci&#241;e tus lomos, y toma mi b&#225;culo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondr&#225;s mi b&#225;culo sobre el rostro del ni&#241;o. 30Y dijo la madre del ni&#241;o: Vive Jehov&#225;, y vive tu alma, que no te dejar&#233;. 31&#201;l entonces se levant&#243; y la sigui&#243;. Y Giezi hab&#237;a ido delante de ellos, y hab&#237;a puesto el b&#225;culo sobre el rostro del ni&#241;o; pero no ten&#237;a voz ni sentido, y as&#237; se hab&#237;a vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declar&#243;, diciendo: El ni&#241;o no despierta.</div><div class="p"> 32Y venido Eliseo a la casa, he aqu&#237; que el ni&#241;o estaba muerto tendido sobre su cama. 33Entrando &#233;l entonces, cerr&#243; la puerta tras ambos, y or&#243; a Jehov&#225;. 34Despu&#233;s subi&#243; y se tendi&#243; sobre el ni&#241;o, poniendo su boca sobre la boca de &#233;l, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; as&#237; se tendi&#243; sobre &#233;l, y el cuerpo del ni&#241;o entr&#243; en calor. 35Volvi&#233;ndose luego, se pase&#243; por la casa a una y otra parte, y despu&#233;s subi&#243;, y se tendi&#243; sobre &#233;l nuevamente, y el ni&#241;o estornud&#243; siete veces, y abri&#243; sus ojos. 36Entonces llam&#243; &#233;l a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y &#233;l la llam&#243;. Y entrando ella, &#233;l le dijo: Toma tu hijo. 37Y as&#237; que ella entr&#243;, se ech&#243; a sus pies, y se inclin&#243; a tierra; y despu&#233;s tom&#243; a su hijo, y sali&#243;.</div><div class="s">Milagros en beneficio de los profetas</div><div class="p"> 38Eliseo volvi&#243; a Gilgal cuando hab&#237;a una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con &#233;l, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas. 39Y sali&#243; uno al campo a recoger hierbas, y hall&#243; una como parra mont&#233;s, y de ella llen&#243; su falda de calabazas silvestres; y volvi&#243;, y las cort&#243; en la olla del potaje, pues no sab&#237;a lo que era. 40Despu&#233;s sirvi&#243; para que comieran los hombres; pero sucedi&#243; que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: &#161;Var&#243;n de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. 41&#201;l entonces dijo: Traed harina. Y la esparci&#243; en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo m&#225;s mal en la olla.</div><div class="p"> 42Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al var&#243;n de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y &#233;l dijo: Da a la gente para que coma. 43Y respondi&#243; su sirviente: &#191;C&#243;mo pondr&#233; esto delante de cien hombres? Pero &#233;l volvi&#243; a decir: Da a la gente para que coma, porque as&#237; ha dicho Jehov&#225;: Comer&#225;n, y sobrar&#225;. 44Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobr&#243;, conforme a la palabra de Jehov&#225;.</div>
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Texto bíblico Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.

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 <div class="book bk2KI">
 <div class="chapter ch5" data-usfm="2KI.5">
 <div class="label">5</div><div class="s">Eliseo y Naam&#225;n</div><div class="p"> 1Naam&#225;n,#Lc. 4.27. general del ej&#233;rcito del rey de Siria, era var&#243;n grande delante de su se&#241;or, y lo ten&#237;a en alta estima, porque por medio de &#233;l hab&#237;a dado Jehov&#225; salvaci&#243;n a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. 2Y de Siria hab&#237;an salido bandas armadas, y hab&#237;an llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual serv&#237;a a la mujer de Naam&#225;n. 3Esta dijo a su se&#241;ora: Si rogase mi se&#241;or al profeta que est&#225; en Samaria, &#233;l lo sanar&#237;a de su lepra. 4Entrando Naam&#225;n a su se&#241;or, le relat&#243; diciendo: As&#237; y as&#237; ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. 5Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviar&#233; cartas al rey de Israel.</div><div class="p">Sali&#243;, pues, &#233;l, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. 6Tom&#243; tambi&#233;n cartas para el rey de Israel, que dec&#237;an as&#237;: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo env&#237;o a ti mi siervo Naam&#225;n, para que lo sanes de su lepra. 7Luego que el rey de Israel ley&#243; las cartas, rasg&#243; sus vestidos, y dijo: &#191;Soy yo Dios, que mate y d&#233; vida, para que este env&#237;e a m&#237; a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved c&#243;mo busca ocasi&#243;n contra m&#237;.</div><div class="p"> 8Cuando Eliseo el var&#243;n de Dios oy&#243; que el rey de Israel hab&#237;a rasgado sus vestidos, envi&#243; a decir al rey: &#191;Por qu&#233; has rasgado tus vestidos? Venga ahora a m&#237;, y sabr&#225; que hay profeta en Israel. 9Y vino Naam&#225;n con sus caballos y con su carro, y se par&#243; a las puertas de la casa de Eliseo. 10Entonces Eliseo le envi&#243; un mensajero, diciendo: Ve y l&#225;vate siete veces en el Jord&#225;n, y tu carne se te restaurar&#225;, y ser&#225;s limpio. 11Y Naam&#225;n se fue enojado, diciendo: He aqu&#237; yo dec&#237;a para m&#237;: Saldr&#225; &#233;l luego, y estando en pie invocar&#225; el nombre de Jehov&#225; su Dios, y alzar&#225; su mano y tocar&#225; el lugar, y sanar&#225; la lepra. 12Abana y Farfar, r&#237;os de Damasco, &#191;no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, &#191;no ser&#233; tambi&#233;n limpio? Y se volvi&#243;, y se fue enojado. 13Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre m&#237;o, si el profeta te mandara alguna gran cosa, &#191;no la har&#237;as? &#191;Cu&#225;nto m&#225;s, dici&#233;ndote: L&#225;vate, y ser&#225;s limpio? 14&#201;l entonces descendi&#243;, y se zambull&#243; siete veces en el Jord&#225;n, conforme a la palabra del var&#243;n de Dios; y su carne se volvi&#243; como la carne de un ni&#241;o, y qued&#243; limpio.</div><div class="p"> 15Y volvi&#243; al var&#243;n de Dios, &#233;l y toda su compa&#241;&#237;a, y se puso delante de &#233;l, y dijo: He aqu&#237; ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas alg&#250;n presente de tu siervo. 16Mas &#233;l dijo: Vive Jehov&#225;, en cuya presencia estoy, que no lo aceptar&#233;. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero &#233;l no quiso. 17Entonces Naam&#225;n dijo: Te ruego, pues, &#191;de esta tierra no se dar&#225; a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aqu&#237; en adelante tu siervo no sacrificar&#225; holocausto ni ofrecer&#225; sacrificio a otros dioses, sino a Jehov&#225;. 18En esto perdone Jehov&#225; a tu siervo: que cuando mi se&#241;or el rey entrare en el templo de Rim&#243;n para adorar en &#233;l, y se apoyare sobre mi brazo, si yo tambi&#233;n me inclinare en el templo de Rim&#243;n; cuando haga tal, Jehov&#225; perdone en esto a tu siervo. 19Y &#233;l le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y camin&#243; como media legua de tierra.</div><div class="p"> 20Entonces Giezi, criado de Eliseo el var&#243;n de Dios, dijo entre s&#237;: He aqu&#237; mi se&#241;or estorb&#243; a este sirio Naam&#225;n, no tomando de su mano las cosas que hab&#237;a tra&#237;do. Vive Jehov&#225;, que correr&#233; yo tras &#233;l y tomar&#233; de &#233;l alguna cosa. 21Y sigui&#243; Giezi a Naam&#225;n; y cuando vio Naam&#225;n que ven&#237;a corriendo tras &#233;l, se baj&#243; del carro para recibirle, y dijo: &#191;Va todo bien? 22Y &#233;l dijo: Bien. Mi se&#241;or me env&#237;a a decirte: He aqu&#237; vinieron a m&#237; en esta hora del monte de Efra&#237;n dos j&#243;venes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. 23Dijo Naam&#225;n: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insisti&#243;, y at&#243; dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de &#233;l. 24Y as&#237; que lleg&#243; a un lugar secreto, &#233;l lo tom&#243; de mano de ellos, y lo guard&#243; en la casa; luego mand&#243; a los hombres que se fuesen. 25Y &#233;l entr&#243;, y se puso delante de su se&#241;or. Y Eliseo le dijo: &#191;De d&#243;nde vienes, Giezi? Y &#233;l dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26&#201;l entonces le dijo: &#191;No estaba tambi&#233;n all&#237; mi coraz&#243;n, cuando el hombre volvi&#243; de su carro a recibirte? &#191;Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, vi&#241;as, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27Por tanto, la lepra de Naam&#225;n se te pegar&#225; a ti y a tu descendencia para siempre. Y sali&#243; de delante de &#233;l leproso, blanco como la nieve.</div>
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 <div class="chapter ch6" data-usfm="2KI.6">
 <div class="label">6</div><div class="s">Eliseo hace flotar el hacha</div><div class="p"> 1Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aqu&#237;, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. 2Vamos ahora al Jord&#225;n, y tomemos de all&#237; cada uno una viga, y hagamos all&#237; lugar en que habitemos. Y &#233;l dijo: Andad. 3Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y &#233;l respondi&#243;: Yo ir&#233;. 4Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jord&#225;n, cortaron la madera. 5Y aconteci&#243; que mientras uno derribaba un &#225;rbol, se le cay&#243; el hacha en el agua; y grit&#243; diciendo: &#161;Ah, se&#241;or m&#237;o, era prestada! 6El var&#243;n de Dios pregunt&#243;: &#191;D&#243;nde cay&#243;? Y &#233;l le mostr&#243; el lugar. Entonces cort&#243; &#233;l un palo, y lo ech&#243; all&#237;; e hizo flotar el hierro. 7Y dijo: T&#243;malo. Y &#233;l extendi&#243; la mano, y lo tom&#243;.</div><div class="s">Eliseo y los sirios</div><div class="p"> 8Ten&#237;a el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estar&#225; mi campamento. 9Y el var&#243;n de Dios envi&#243; a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van all&#237;. 10Entonces el rey de Israel envi&#243; a aquel lugar que el var&#243;n de Dios hab&#237;a dicho; y as&#237; lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse.</div><div class="p"> 11Y el coraz&#243;n del rey de Siria se turb&#243; por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: &#191;No me declarar&#233;is vosotros qui&#233;n de los nuestros es del rey de Israel? 12Entonces uno de los siervos dijo: No, rey se&#241;or m&#237;o, sino que el profeta Eliseo est&#225; en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que t&#250; hablas en tu c&#225;mara m&#225;s secreta. 13Y &#233;l dijo: Id, y mirad d&#243;nde est&#225;, para que yo env&#237;e a prenderlo. Y le fue dicho: He aqu&#237; que &#233;l est&#225; en Dot&#225;n. 14Entonces envi&#243; el rey all&#225; gente de a caballo, y carros, y un gran ej&#233;rcito, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.</div><div class="p"> 15Y se levant&#243; de ma&#241;ana y sali&#243; el que serv&#237;a al var&#243;n de Dios, y he aqu&#237; el ej&#233;rcito que ten&#237;a sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: &#161;Ah, se&#241;or m&#237;o! &#191;qu&#233; haremos? 16&#201;l le dijo: No tengas miedo, porque m&#225;s son los que est&#225;n con nosotros que los que est&#225;n con ellos. 17Y or&#243; Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehov&#225;, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehov&#225; abri&#243; los ojos del criado, y mir&#243;; y he aqu&#237; que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 18Y luego que los sirios descendieron a &#233;l, or&#243; Eliseo a Jehov&#225;, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hiri&#243; con ceguera, conforme a la petici&#243;n de Eliseo. 19Despu&#233;s les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, y yo os guiar&#233; al hombre que busc&#225;is. Y los guio a Samaria.</div><div class="p"> 20Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehov&#225;, abre los ojos de estos, para que vean. Y Jehov&#225; abri&#243; sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de Samaria. 21Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo: &#191;Los matar&#233;, padre m&#237;o? 22&#201;l le respondi&#243;: No los mates. &#191;Matar&#237;as t&#250; a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y vuelvan a sus se&#241;ores. 23Entonces se les prepar&#243; una gran comida; y cuando hab&#237;an comido y bebido, los envi&#243;, y ellos se volvieron a su se&#241;or. Y nunca m&#225;s vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel.</div><div class="s">Eliseo y el sitio de Samaria</div><div class="p"> 24Despu&#233;s de esto aconteci&#243; que Ben-adad rey de Siria reuni&#243; todo su ej&#233;rcito, y subi&#243; y siti&#243; a Samaria. 25Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vend&#237;a por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de esti&#233;rcol de palomas por cinco piezas de plata. 26Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le grit&#243;, y dijo: Salva, rey se&#241;or m&#237;o. 27Y &#233;l dijo: Si no te salva Jehov&#225;, &#191;de d&#243;nde te puedo salvar yo? &#191;Del granero, o del lagar? 28Y le dijo el rey: &#191;Qu&#233; tienes? Ella respondi&#243;: Esta mujer me dijo: Da ac&#225; tu hijo, y com&#225;moslo hoy, y ma&#241;ana comeremos el m&#237;o. 29Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos.#Dt. 28.57. El d&#237;a siguiente yo le dije: Da ac&#225; tu hijo, y com&#225;moslo. Mas ella ha escondido a su hijo. 30Cuando el rey oy&#243; las palabras de aquella mujer, rasg&#243; sus vestidos, y pas&#243; as&#237; por el muro; y el pueblo vio el cilicio que tra&#237;a interiormente sobre su cuerpo. 31Y &#233;l dijo: As&#237; me haga Dios, y aun me a&#241;ada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda sobre &#233;l hoy.</div><div class="p"> 32Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con &#233;l estaban sentados los ancianos; y el rey envi&#243; a &#233;l un hombre. Mas antes que el mensajero viniese a &#233;l, dijo &#233;l a los ancianos: &#191;No hab&#233;is visto c&#243;mo este hijo de homicida env&#237;a a cortarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada. &#191;No se oye tras &#233;l el ruido de los pasos de su amo? 33A&#250;n estaba &#233;l hablando con ellos, y he aqu&#237; el mensajero que descend&#237;a a &#233;l; y dijo: Ciertamente este mal de Jehov&#225; viene. &#191;Para qu&#233; he de esperar m&#225;s a Jehov&#225;?</div>
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 <div class="book bk2KI">
 <div class="chapter ch7" data-usfm="2KI.7">
 <div class="label">7</div><div class="p"> 1Dijo entonces Eliseo: O&#237;d palabra de Jehov&#225;: As&#237; dijo Jehov&#225;: Ma&#241;ana a estas horas valdr&#225; el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. 2Y un pr&#237;ncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondi&#243; al var&#243;n de Dios, y dijo: Si Jehov&#225; hiciese ahora ventanas en el cielo, &#191;ser&#237;a esto as&#237;? Y &#233;l dijo: He aqu&#237; t&#250; lo ver&#225;s con tus ojos, mas no comer&#225;s de ello.</div><div class="p"> 3Hab&#237;a a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, los cuales dijeron el uno al otro: &#191;Para qu&#233; nos estamos aqu&#237; hasta que muramos? 4Si trat&#225;remos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aqu&#237;, tambi&#233;n moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos. 5Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de los sirios; y llegando a la entrada del campamento de los sirios, no hab&#237;a all&#237; nadie. 6Porque Jehov&#225; hab&#237;a hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estr&#233;pito de gran ej&#233;rcito; y se dijeron unos a otros: He aqu&#237;, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros. 7Y as&#237; se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y hab&#237;an huido para salvar sus vidas. 8Cuando los leprosos llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron de all&#237; plata y oro y vestidos, y fueron y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de all&#237; tambi&#233;n tomaron, y fueron y lo escondieron.</div><div class="p"> 9Luego se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es d&#237;a de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzar&#225; nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey. 10Vinieron, pues, y gritaron a los guardas de la puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he aqu&#237; que no hab&#237;a all&#237; nadie, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos tambi&#233;n atados, y el campamento intacto. 11Los porteros gritaron, y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey. 12Y se levant&#243; el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declarar&#233; lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad. 13Entonces respondi&#243; uno de sus siervos y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (porque los que quedan ac&#225; tambi&#233;n perecer&#225;n como toda la multitud de Israel que ya ha perecido), y enviemos y veamos qu&#233; hay. 14Tomaron, pues, dos caballos de un carro, y envi&#243; el rey al campamento de los sirios, diciendo: Id y ved. 15Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jord&#225;n; y he aqu&#237; que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios hab&#237;an arrojado por la premura. Y volvieron los mensajeros y lo hicieron saber al rey.</div><div class="p"> 16Entonces el pueblo sali&#243;, y saque&#243; el campamento de los sirios. Y fue vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehov&#225;. 17Y el rey puso a la puerta a aquel pr&#237;ncipe sobre cuyo brazo &#233;l se apoyaba; y lo atropell&#243; el pueblo a la entrada, y muri&#243;, conforme a lo que hab&#237;a dicho el var&#243;n de Dios, cuando el rey descendi&#243; a &#233;l. 18Aconteci&#243;, pues, de la manera que el var&#243;n de Dios hab&#237;a hablado al rey, diciendo: Dos seahs de cebada por un siclo, y el seah de flor de harina ser&#225; vendido por un siclo ma&#241;ana a estas horas, a la puerta de Samaria. 19A lo cual aquel pr&#237;ncipe hab&#237;a respondido al var&#243;n de Dios, diciendo: Si Jehov&#225; hiciese ventanas en el cielo, &#191;pudiera suceder esto? Y &#233;l dijo: He aqu&#237; t&#250; lo ver&#225;s con tus ojos, mas no comer&#225;s de ello. 20Y le sucedi&#243; as&#237;; porque el pueblo le atropell&#243; a la entrada, y muri&#243;.</div>
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