Viernes Santo

Hoy recordamos el sacrificio que hizo Jesús al ser sometido a una muerte brutal en la cruz, en el Monte Calvario. La cruz, la cual es comúnmente utilizada por muchas personas en la actualidad, era un símbolo de extrema humillación, deshonra y agonía en los días del Imperio Romano. Sin embargo, para Jesús, fue más que eso; fue un medio doloroso, un puente que conectaría al mundo caído de la humanidad con la salvación y libertad que encontramos en Su sangre derramada, llena de justicia.

Días antes de su crucifixión, Jesús, siendo omnisciente, le dijo a sus discípulos: “Como saben, faltan dos días para la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para que lo crucifiquen”. No obstante, este conocimiento no lo detuvo de proseguir hacia la cruz. Sabiendo el dolor y sufrimiento que le esperaban, este Varón de Dolores soportó voluntariamente falsas acusaciones, ridiculizaciones e incluso golpes que lo dejaron desfigurado y apenas con vida; todo esto antes de ser clavado en aquella cruz astillada, estando colgado ahí para morir como un espectáculo de vergüenza pública.

“En silencio soportó

Dolor y humillación

Obediente al Padre fue

La cruz por mí cargó”.

A medida que Sus últimos suspiros salían de Su cuerpo, Él no maldijo a nadie, ni ordenó que fuego destruyera a la tierra, sino que intercedió por nosotros, pidiéndole al Padre que perdonara a aquellas mismas personas que lo crucificaron. Este amor fue sin precedente, así como no fue solicitado. Aun cuando éramos pecadores, Cristo murió por nosotros, antes de que lo pidiéramos, Él nos perdonó.

Hoy, nosotros recordamos, con nuestros corazones rebosantes de gratitud, el día que nuestro Salvador entregó Su propia vida para que nosotros tengamos vida eterna, reconciliados y justificados delante de Dios. Te invitamos a que hagas una pausa, que aquietes tu mente y consideres Su sacrificio y amor por ti.

“Mi alma cantará Aleluya

Gloria y honra a ti, Señor".

Letras: Aquella Cruz - Hillsong en Español