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Baja la Lupa, Sube el EspejoMuestra

Baja la Lupa, Sube el Espejo

DÍA 1 DE 4

¿Qué cambios necesito hacer?

Casi nadie asiste a terapia de pareja para hablar de sus propios defectos.

Enumerar los fallos de nuestra pareja en un papel nos toma poco tiempo, pero cuando pensamos en nuestros defectos puede ser difícil escribir tres palabras.

La dificultad para aceptar nuestros errores es algo que los psicólogos llaman disonancia cognitiva. Es la ansiedad que se experimenta cuando tenemos dos actitudes contradictorias. Por ejemplo, puedes pensar que eres una esposa amable, por tanto, al gritarle a tu esposo porque se le quebró un vaso, lo que experimentas es una disonancia y para poder sobrellevarla, niegas tu error e insistes en que tu pareja se lo merecía, aunque esto no haya sido así.

En Mateo 7:3 Jesús nos recuerda nuestra tendencia a juzgar y a pasar por alto nuestros propios errores: “¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo del otro hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en tu ojo hay una rama".

Aprender a aceptar nuestros errores es el primer paso para mejorar el matrimonio.

Si te cuesta ser consciente, puedes preguntarte a ti mismo: "¿Me gustaría que mi hijo se casara con alguien como yo?". Si la respuesta es “no”. Es evidente que hay mucho por cambiar.

También puedes preguntarle a tu pareja: "¿Hay algo que yo haga que te ofenda?". La respuesta puede ser una pauta de oración muy eficaz.

Imagina el poder de llegar a la presencia de Dios reconociendo tus fallas. En 2 Corintios 12:9 dice: «Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad».

Tal vez llevas orando mucho tiempo por tu matrimonio, pero lo que no sabes es que la oración antes de cambiar las circunstancias te cambia a ti. Y eso es maravilloso.

¿Crees que Dios pasará por alto la oración de alguien que quiere ser transformado? En absoluto. La vida con Jesús tiene algo fascinante: la madurez. No deberías ser la misma persona que hace cinco años, ni serás la misma persona en un año. Y eso es clave para tener un matrimonio feliz.

Al casarnos debemos comenzar por recordar que nuestra pareja ve el mundo a través de otros ojos y que no hace las cosas igual como yo las hago. Nuestra tarea no es rehacerla, ni cambiarla, es amarla. Es saber que como nosotros es imperfecta, pero merece el mayor respeto y cordialidad posible, aunque a veces hable más de la cuenta, o no diga una sola palabra, aunque no lave los platos o sea obsesiva con la limpieza.

Bajar la lupa es dejar de poner los ojos en los defectos de mi pareja. Subir el espejo es ser conscientes de los propios.

Al final del día no puedes cambiar el corazón del otro. Ese trabajo déjaselo a Dios.

Día 2