Ha llegado el Principe de PazMuestra

Jesús es el Príncipe de Paz

Juan proclamó: «En el desierto, preparen el camino del Señor…». ¿Sabías que el padre de Juan, Zacarías cantó y adoró a Dios cuando nació Juan? Él profetizó: «Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados, gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios. Así nos visitará desde el cielo el sol naciente, para dar luz a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte para guiar nuestros pasos por la senda de la paz» (Lucas 1:76–79).

Dios ha tomado la iniciativa. Ha venido a ti en el desierto. Ha venido de una forma que ha captado tu atención. Ha tocado tu corazón y ha despertado tu fe para que puedas responder y decirle sí. Esto es lo que Él desea. La historia del plan de Dios para la humanidad registrada en las Escrituras nos dice que Dios nos creó, Satanás intentó destruirnos, Jesús nos redime y podemos ser restaurados ante Dios.

Ahora mismo, considera la verdad de que Jesús es el Príncipe de la Paz. Cree en el mensaje redentor de Cristo. Cree que Él ha puesto a tu disposición un estilo de vida de paz. Elige recibirle y reconocer su presencia contigo.

Cuando eliges creer, la presencia arrolladora de la paz de Dios te baña, llenando todos los lugares rotos de soledad, aprensión, inseguridad y arrepentimiento. Él está lavando todas las cosas que impedirían al Príncipe de la Paz reinar en tu vida. Has esta oración, creyendo que Dios te escucha:

Gracias, Señor Jesús, porque has venido a mí y me has mostrado cuánto me amas de verdad. Gracias por entregarte por mí para que pueda pertenecerte y disfrutar de tu maravillosa paz. Te acepto como mi Salvador y como mi Señor. Creo que donde tú estás, hay paz porque tú eres el Príncipe de la Paz. Gracias porque has venido a vivir conmigo. Tu paz es ahora la mía. Rechazo mis viejas actitudes de miedo, inferioridad y desesperanza. Te acepto a ti y a la realidad de tu presencia. Tú eres mi paz en toda situación. Gracias. ¡En el nombre de Jesús! Amén.