Éxodo: Camino a La LibertadMuestra

El Dios que habita entre su pueblo

Más allá de intentar descifrar mensajes ocultos y asignarle significado a cada elemento con el que fue construido el santuario, hay un aspecto central que debe quedarnos claro de este capítulo:

Dios quería habitar entre su pueblo. Su propósito, al darle un modelo con instrucciones tan exactas a Moisés para la construcción del santuario, tenía que ver con proveer un lugar específico para que el pueblo se pudiese encontrar con él. La obediencia del pueblo también estaba siendo probada.

I. El deseo de Dios de habitar entre su pueblo.

Desde el principio, Dios ha sido un Dios personal que nos invita a estar en su presencia. Fue él mismo, quién tomó la iniciativa para restaurar esa comunión, luego de que el pecado trajera separación.

Hoy no necesitamos ir a un lugar específico, en un día específico, a través de una persona específica para entrar a la presencia de Dios. Por Jesucristo nuestro Salvador, tenemos acceso a su presencia todos los días, él nos eligió para habitar en nosotros.

II. Existe un modelo al que debemos apegarnos.

Las instrucciones están claras desde el principio, Dios nos ha mostrado el modelo de cómo debemos hacer las cosas. A través de Jesucristo nuestro arquetipo, podemos regresar a ese modelo original, es a él, a quien debemos imitar en conducta y carácter.

III. La excelencia no es negociable en el Reino de Dios.

No se trataba de solamente construir algo, se trataba de un acto de adoración total. Dios quería que Israel diera lo mejor que tenían para construirlo.

En una sociedad que ha normalizado la mediocridad, vivimos bajo la ley del mínimo esfuerzo, nos urge recuperar la excelencia como un valor distintivo del pueblo de Dios, en lo que hacemos y en lo que somos.

En conclusión, podríamos ponernos muy creativos a la hora de interpretar un texto como el que tenemos al frente, sin embargo, es importante recordar, que la Biblia no es un libro de acertijos ni de adivinanzas, Dios quiere darse a conocer a través de su Palabra.

¿Cómo podríamos ser más excelentes en lo que hacemos para Dios, de manera que, más que un deber o una tarea por cumplir, sea un acto de adoración?

Oremos:

Papá, no podríamos estar más agradecidos de que nos hayas elegido, aún siendo tan imperfectos, para ser tu morada. No estamos hechos de maderas ni telas finas, algunos no tenemos detalles de oro, y casi siempre, lo que sobresale es lo que está defectuoso en nosotros. A pesar de esto, nos escogiste para ser tu casa, y que podamos habitar en tu presencia siempre. Ayúdanos a responder de manera correcta a tanta bondad.