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La oración que agrada a DiosMuestra

La oración que agrada a Dios

DÍA 2 DE 5




La oración honesta

Reconozco que la oración es una de las disciplinas espirituales que más me cuesta. Quizá por esa misma razón me encanta este pasaje, porque es una de esas escenas que nos ayudan a simplificar la tarea y hacerla accesible a nuestras pobres facultades: Salomón dice, básicamente, “No sé”. ¡Y eso conecta completamente conmigo!

El ejercicio de absoluta honestidad humilde cuando nos acercamos a Dios es tan necesario e importante como base que, sin Él, muchos de nosotros sentiríamos que no tendríamos nada que decirle. Por supuesto que Él es grande, y digno de honra y adoración, pero tantas veces no sabemos hacerlo, precisamente por eso.

Es clave aclarar que, al hablar de transparencia no digo que estemos, como alternativa, mintiendo a Dios en nuestra oración. Tendría poco sentido. Solemos engañarnos a nosotros mismos, eso sí, pero a lo que me refiero es a que, en nuestro acercamiento, es necesario “sacar las tripas”, permítanme la expresión extrema, porque es lo que hizo Salomón. Se trata de ir al fondo de los asuntos, a lo que realmente hay, sin omisiones ni ambages. Y es que, tantas veces, no tenemos nada que ofrecer en oración más que nuestra incapacidad y desconocimiento.

Si tuviera que sintetizar la oración del nuevo rey, lo pondría en las siguientes palabras: “Soy joven, y no tengo ni idea”. Así de simple. Alrededor de eso hay otro elemento clave, porque siendo de nuevo muy honesto, Salomón ha “unido los puntos” y sabe bien cuál fue el éxito del reinado de su antecesor: “Fuiste bueno con mi padre porque te sirvió, y sé que ese es el camino, pero o tú me ayudas, o estoy perdido. Esto es demasiado para mí”.

El precedente de David era, sin duda, un estándar bien alto, pero a la vez era un buen modelo para seguir. Cuando solo nos fijamos en el listón que otro deja de manera negativa, perdemos la posibilidad de aprovecharlo como oportunidad, ¿no crees? Salomón ya mostraba cierta dosis de sabiduría y, aun así, sabiéndola insuficiente, pidió más.

¡Qué diferente del pueblo en tiempos de Malaquías! Uno que ya ni siquiera creía realmente que servir a Dios fuera mejor que no hacerlo. Desde luego, no se guardaban nada, y eran desgarradoramente sinceros en su posición de rechazo al Señor, pero la humildad brillaba por su ausencia. Si la transparencia humilde nos acerca a Dios, la “autenticidad” del orgulloso nos mueve en dirección opuesta completamente.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

La oración que agrada a Dios

Es de todos conocido que, cuando Salomón llegó al trono, pidió sabiduría. Lo que no nos resulta tan familiar, quizá, son los ingredientes que compusieron la oración mediante la cual se dirigió a Dios y que a Él le agradó...

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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.online/

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