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El sembrador

DÍA 1 DE 6

Nuestro espíritu tiene un principio creativo y nuestra vida debe generar frutos; esa es parte de nuestra naturaleza. Para ello, Dios nos ha creado como un gran y hermoso terreno, el cual requiere ser preparado y cultivado.

El maestro nos enseña una maravillosa parábola en Mateo 13, donde el terreno representa nuestra vida, el pasado, presente y el resultado que tendremos en el futuro próximo. La tierra es la misma, el estado es el que cambia; hay tierra apta para la siembra y otras no.

Esta metáfora es trascendental para el desarrollo personal y el cumplimiento de nuestro propósito en la tierra. Pero sembrar no es tan fácil como parece, requiere conocer características de la tierra, técnicas de arado, plagas, semillas, abono, cuidados, entre muchos otros temas.

Nuestra vida es un fiel reflejo de la parábola del sembrador, pero se requiere cuidado para extraer su esencia y aplicarla en nuestra vida.

Analizaremos cada parte de nuestro terreno con la ayuda de la Palabra de Dios, y aprenderemos a prepararlo para la siembra y una cosecha exitosa. También sabremos qué hacer cuando nuestro terreno sea apto para la siembra, cómo expandirnos y ayudar a otros en el cuidado de sus tierras.

Junto al camino

Las semillas que caen junto al camino son aquellas enseñanzas que llegan a un corazón abatido por heridas del pasado. Su corazón se encuentra muy duro y no entiende cómo las palabras y sermones pueden ayudarle a perdonar, amar o incluso dejar de ser una persona pisoteada por la vida (al igual que un camino). Esta actitud y la historia que carga dificulta en gran manera la aceptación e involucramiento de estas personas en la iglesia; mas no es imposible.

Por ese dolor y sufrimiento acumulado, el enemigo roba fácilmente la semilla que Dios trata de plantar, haciendo que se olviden de ella. Es la función de robar que Jesús menciona sobre el enemigo en Juan 10.10.

Las piedras

Las semillas que caen entre las piedras son quien posee un terreno que acepta la Palabra de Dios rápidamente, deseoso de poder entrar en una nueva temporada de su vida. Con gran alegría, recibe el mensaje y espera los resultados porque sabe que tiene muchas cosas por cambiar.

Sin embargo, son personas con mucha carga de estrés, problemas laborales, de dinero u otros que generan mucha aflicción (Proverbios 12.25). Algunas de estas almas tienen grandes piedras en sus terrenos que desean ocultar de la vista; malos hábitos arraigados en su vida. Son hábitos que los desenfocan y hacen que se sientan pecadores, según ellos, poco aptos para acercarse a Dios.

En momentos de dificultad o cuando llegan las burlas por seguir a Jesús, prefieren olvidar el mensaje y seguir con todo lo que su alma ha cosechado durante muchos años. Es una cosecha que, en su momento, trae dolor y amargura; momentos de frustración y de querer cambiar, pero no entienden cómo la Palabra de Dios puede cambiar sus vidas.

Son personas que no estudian la palabra de Dios; se resisten en arar su terreno y esperan que la iglesia o Dios mismo remueva las piedras de su tierra sin el esfuerzo y sacrificio que corresponde.

El enemigo ataca todos los anhelos de cambio con los problemas de un mundo “moderno” y ajetreado, matando la semilla e impidiendo una cosecha que cambie la vida de la persona.

Los espinos

El tiempo actual está dedicado a captar tu atención y hacerte entender que las cosas materiales son todas necesarias en tu vida. Pero nadie tiene suficiente dinero para comprarlo todo, he ahí el origen de todos los males: el amor por el dinero (1 Timoteo 6.10).

Jesús estableció: "dónde estén vuestras riquezas, ahí estará tu corazón" (Lucas 12.34). Cuando los aspectos más importantes de una persona son el dinero y la vida material, su enfoque será su apariencia y el beneficio propio.

Cuando la semilla cae sobre el terreno de una persona gobernada por el afán de este mundo, no llega a dar fruto porque es egoísta y superficial. La vida que Dios desea darte se enfoca en dar, no en recibir (Lucas 6.38).

Un método eficiente utilizado por el enemigo es ahogar la semilla con el afán del mundo, ya que es algo que nosotros mismos hemos construido y entonces no parece ser obra suya. Simplemente lo utiliza para destruir, y brinda ideas para que sigamos construyendo un mundo en teoría "desarrollado".

Buena tierra

La parábola concluye con las personas que se han transformado en buena tierra, las cuales retienen la Palabra, la estudian y se esfuerzan por aplicarla en su día a día, generando fruto al cien, sesenta y treinta por uno.

Para llegar a convertir nuestra vida en buena tierra y poder ser altamente productivos, plenos y vivir una vida conforme a los principios de Dios, se requiere trabajar de manera constante y con las herramientas que la Biblia nos brinda, como la oración, el estudio de las escrituras, el servicio, entre otras. Cada persona puede sentir que su vida se encuentra en alguno de estos cuatro estados y, en ocasiones, puede sentir que su terreno tiene varios de ellos de manera simultánea.




Pero sin importar el estado de tu terreno hoy día, Dios nos enseña un proceso para poder transformar nuestra vida y lograr mantenernos como una buena tierra dando fruto constante y abundante. ¡Es justo lo que veremos en estos días; acompáñame!

ORACIÓN

Dios, gracias por tu palabra, ayúdame para poder conocer el estado real de mi terreno y permitir tú ayuda en la restauración del mismo. Amén

Día 2

Acerca de este Plan

El sembrador

Dios nos creó como un gran terreno que debe ser labrado cada día con el objetivo de dar abundante fruto. Sin embargo, a veces tenemos grandes piedras que remover, espinos por quemar y una tierra dura que arar. Este Plan ...

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Nos gustaría agradecer a Principios q' Transforman por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://instagram.com/principios_q_transforman?igshid=OGQ5ZDc2ODk2ZA==

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