EL MANTO DEL AMOR

Ninguno de nosotros tenemos la capacidad divina de limpiar el pecado del mundo. Solo el Cordero de Dios lo quita. Un fariseo le dijo una gran verdad a Jesús: “Nadie puede perdonar pecados (esto es limpiar) sino Dios”. Y por eso solo Cristo puede restituir la “imagen y semejanza” en el hombre. Esa es la exclusiva obra de Dios.

Pero a nosotros Dios nos pide que tengamos una actitud de amor respecto al pecado en el otro. Podemos y debemos “cubrir el pecado” de los demás. Esto es, aplicar la sangre de Cristo sobre la vida de quien ha pecado o ha fallado. Es el mismo método que Dios nos enseña sobre nuestro propio pecado. “Perdónense así como Cristo les perdonó a ustedes”. No podemos limpiarle el pecado a nadie, pero podemos cubrirle su pecado con el amor que Dios derramó en nosotros por su Espíritu.

La carne juzga, condena y mata, mas la ley del Espíritu es vida en Cristo Jesús. Podemos reconocer y aplicar la obra redentora de Cristo Jesús en los demás pecadores. Hay multitud de sus fallas que serán cubiertas por los hijos de luz, aquellos que han gustado y saben de qué se trata el valor de la gracia. No podemos quitar el pecado, pero sí cubrir las fallas con amor por medio de Jesús.

Para la reflexión

¿Tengo una actitud recurrente de condenación y juicio ante las faltas de los demás o reconozco que soy una agente de la gracia de Dios siendo misericordioso?

¿Reconozco que al cubrir el pecado ajeno, mis relaciones interpersonales son más llevaderas, más sinceras y establezco la capacidad con mayor empatía?

Afirmación: “Decido perdonar a los demás como un acto divino y de liberación integral, dejando mi causa y ofensa en manos de un Dios amoroso pero justo”.