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Día de Victoria

Las tentaciones y el pecado llegan todos los días a nuestra vida tratándonos de seducir y desviar, la forma en que respondemos a estas situaciones define nuestra forma de vida y la convivencia con Dios. El hablar de tener una vida victoriosa en Cristo no se refiere tanto a tener una vida sin tentaciones o de ser perfectos sin pecado. No podemos, ya que somos imperfectos decir que “yo no peco” o “estoy libre del pecado”, es irreal (1 JUAN 6:8).

Cada día somos sometidos a un estrés espiritual por nuestro comportamiento y reacciones ante las situaciones que se presentan, nuestro mal carácter, nuestras críticas a los demás, cuando nos irritamos, nuestras quejas, nuestra falta de amor hacia los demás, la envidia, malos pensamientos, palabras hirientes, la ansiedad y preocupaciones, todo esto nos roban la paz y el gozo en nuestro Señor Jesús.

La victoria proviene cuando decidimos tener ese gozo y esa paz que solo Dios nos da, esta victoria proviene de la constante comunión con Dios (1 CORINTIOS 15:57).

Lo primero que debemos considerar es que la victoria es un regalo de Dios, la victoria es dada por la gracia de Dios. Debemos comprender que la gracia de Dios para nuestras vidas la definimos como el favor inmerecido que nos da Dios, pero la gracia va más allá de todo esto, es el poder de Dios trabajando en nuestras vidas para que realicemos cosas que nosotros por nuestras propias fuerzas o voluntad haríamos.

Desde el momento en que aceptamos a cristo como único y suficiente salvador tenemos la victoria, ya que aceptamos que murió en la cruz por nosotros y que hemos sido liberados de nuestros pecados anteriores y redimidos ante Dios, esa es nuestra victoria (EFESIOS 2:1).

Constantemente debemos pedir perdón (1 JUAN 1 9:10) por los pecados que conocemos y por los que hacemos sin darnos cuenta, pedir que Dios se fortalezca en nuestras debilidades (2 CORINTIOS 12:9), y que nos haga esforzados y valientes para vencer esos angustiadores que no nos permiten tener esa comunión con Dios (SALMO 23:5).

La victoria la tenemos dada, depende mucho de nosotros que la conservemos y que hagamos todo para no perder nuestro gozo y paz en el Señor.