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¿Hasta Cuándo, Señor?

DÍA 5 DE 5




Lo que ves no es el final

¿No te parece leer Romanos 3 al ponerte frente a este salmo? ¡Es que así es! El necio sigue diciendo en su corazón “No hay Dios”. El malo se sigue burlando de Él y haciendo de las suyas, particularmente contra el justo. Tocar a los Suyos es lo más cercano a arremeter contra Dios mismo, y eso es lo que muchas veces percibimos en medio de una generación perversa que nos odia por el simple hecho de existir. Es el peaje del discípulo, y nos recuerda el que Él mismo tuvo que sufrir injustamente por cargar nuestros pecados. El necio y el malo, queridos amigos, siempre fuimos cada uno de nosotros.

Hoy lo vemos desde la perspectiva de la salvación, y se nos hace un cuadro distinto. Somos olvidadizos respecto a nuestra condición, que somos polvo. Todos nos desviamos, y eso obliga a seguir amando al enemigo, y clamar por él, mal que nos pese. No hemos de ser sus amigos, pero sí verle como quien está en el peor escenario posible: sin Dios. Pero por él, como sucedió con Nínive, Dios aún extiende Su misericordia.

Las dos realidades son perfectamente compatibles. Dios resiste a los soberbios, hace a los malos caer y, a Su tiempo, tendrán su merecido. Pero, a la vez, este es aún el tiempo aceptable y de gracia. Incluso los malos pueden agarrarse, si reconsideran su camino, a la mano extendida de Dios a su favor, como hicimos nosotros.

Estas realidades son complementarias, dos caras de una misma moneda. Solo dejamos de entenderlo cuando eliminamos una de ambas:

  • “Pero Dios, ¿aborrece o no aborrece el pecado?
  • ¿Es misericordioso o justo?
  • ¿En qué quedamos?

Se atribuye a C.S. Lewis que decía, con mucho acierto, que en Dios se dan un amor justo y una justicia amorosa. Eso lo explica todo. Es la gracia que nos ha alcanzado, y con la que se nos llama a transforma el mundo.

“¡Oh, que de Sión saliera la salvación de Israel!”, termina el salmo 14, evocando y anticipando al Mesías, al Jesús que conocimos por pura gracia de Dios, al que se hizo carne y fue molido por nuestros pecados, sepultado y abatido, pero resucitado y que reina hoy a la diestra del Padre. Su trono habla de un final feliz para nuestra historia, “las primicias” de lo que sucederá con nosotros, y mientras estamos aquí, nos recordamos, para vivificar nuestra alma, que el Señor ve y actúa, y no dejará olvidado para siempre al que sufre.

Esperamos que este Plan te anime. Explora otros recursos en www.lidiamartin.com.

Escrituras

Día 4

Acerca de este Plan

¿Hasta Cuándo, Señor?

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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/

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