Vidas De Alta DefiniciónMuestra

Volvamos al relato de Mateo 17.

Están en el monte, Jesús, Moisés y Elías conversando. Pedro observa junto a los demás y muy emocionado por la situación dice: “Jesús, puedo hacer tres enramadas, una para cada uno”. Él aún esta hablando cuando se escucha la voz de Dios decir: “Este es mi hijo amado, escúchenlo a él”. Al instante Pedro entiende.

¿Qué entiende? Que Dios confirmaba la autoridad absoluta de Jesús por sobre de cualquier otro. El mensaje fue contundente: Escúchenlo a él.

Escuchar y obedecer las enseñanzas de Jesús, nos define. A medida que más conocemos su Palabra y la aplicamos, más nos identificamos con Cristo y más definida está nuestra vida.

Y aunque estar atentos a la voz de Dios es lo mejor que podemos hacer, tenemos que cuidarnos de no caer en 2 posibles riesgos: Terminar siendo personas místicas o almáticas.

La persona mística escucha a Dios, pero no quiere “bajar del monte”, prefiere quedarse donde lo sobrenatural sucede sin aplicarlo a la realidad. Esta falta de equilibrio puede llevarnos a vivir desconectados de la realidad y ser indiferentes. De nada sirve experimentar la gloria de Dios si no lo aplicamos a la realidad que nos toca vivir y si no lo ponemos al servicio de otros.

Por otro lado, la persona asmática es aquella que se guía por sus emociones y no por la obediencia a lo que Dios dice. Muchas veces escuchar a Dios nos llevará a tener que decir lo que otros no quieren escuchar, o hacer cosas difíciles, pero nuestro sentir siempre debe estar sometido a la obediencia.

Escuchar a Dios y obedecerlo va a definir claramente tu vida.