¡ELEGIDOS PARA SER SANTOS!

¡Dios te escogió y por Su Espíritu te hizo santo! Cuando nacemos de nuevo por Su Espíritu, queremos obedecer a nuestro Padre Celestial. No hacemos las cosas que solíamos hacer sin pensar en las consecuencias. El Espíritu de Dios nos da este pequeño cheque si hemos entrado en pecado, diciendo que esto no es santo. La sangre de Jesucristo nos limpia. No importa lo que hayas hecho en el pasado o estés haciendo ahora, cuando aplicas la sangre de Jesús, estás limpio. Eso no significa que puedas seguir viviendo en pecado, ese era el viejo tú. El recién nacido de nuevo creyente se despierta y se esfuerza por ser mejor y anhela una relación íntima con el Padre. Dios tiene un suministro interminable de gracia y paz para que podamos salir de nuestro destino. Deja que la sangre de Jesús te lave a ti y a tu nueva vida como creyente. ¡La preciosa sangre ha lavado todos tus pecados y ha hecho posible vivir una vida bajo la gracia de Dios! ¡Declara la sangre de Jesús sobre cada parte de tu vida!

PASO DE ACCIÓN

Declaración: ¡Dios me conocía y me escogió hace mucho tiempo para ser santo! ¡Reclamo el poder purificador de la sangre de Jesús! Recibo más gracia y paz cada día de mi vida, y la extiendo a los que me rodean. En el nombre de Jesús. ¡Amén!