Cómo superar la imagen corporal negativaMuestra

Profundamente amados para amarnos a nosotros mismos y a los demás

Lucas 20:27 dice: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente»; y, «Ama a tu prójimo como a ti mismo». El grado en que amamos a los demás está relacionado con nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos. Y nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos está relacionada con nuestra capacidad de amar a Dios y entender quién es Él realmente.

Es toda una progresión. Cuando recibimos el amor de Dios, podemos amarlo de regreso. Y cuando abrazamos Su amor y nos amamos a nosotros mismos, somos liberados para extender Su amor a los demás. Pero a veces no nos amamos a nosotros mismos o incluso no nos gustamos. A veces odiamos o nos disgustan aspectos de nosotros mismos, incluyendo nuestros cuerpos. Podemos sentirnos desechos. Podemos tener una apariencia corporal negativa. Podemos sentirnos heridos. Tal vez hemos sido ridiculizados, intimidados, rechazados o ignorados. A medida que tratamos de lidiar con nuestro dolor, nos dañamos a nosotros mismos. Comemos o bebemos demasiado o hacemos cosas para tratar de demostrar que vale la pena amarnos. Medicamos nuestro dolor de muchas maneras diferentes, inhibiendo nuestro crecimiento personal, fomentando la distancia que ya podemos estar experimentando entre Dios y otras personas.

La buena noticia es que hay otra opción. Hay una salida. Al identificar y trabajar a través de las mentiras, el dolor y las experiencias negativas que hemos soportado, podemos comenzar a experimentar profundamente el amor y la aceptación. Podemos comenzar a ver a Dios por lo que realmente es. La Biblia nos dice que Dios es amor y que Él mostró cuánto nos amó al enviar a Su único Hijo al mundo para que pudiéramos tener vida eterna. La Biblia también dice que Dios es «rico en misericordia» y nos ama profundamente (Efesios 2:4). Cuando experimentamos el amor de Dios en los lugares donde hemos sido heridos, y desafiamos las mentiras, podemos comenzar a vernos a nosotros mismos como Dios nos ve. La sanación lleva tiempo, pero es posible a medida que buscamos acercarnos más a Dios y pasar tiempo con otros que lo aman profundamente a Él y a nosotros.

Dios desea que lo honremos con nuestros cuerpos. Como parte del nuevo pacto, nuestro cuerpo es ahora el lugar en donde Él mora. Él quiere usarnos como Sus embajadores. A medida que sanemos de nuestro dolor y superemos las mentiras, nos convertiremos en administradores más efectivos de nuestras mentes y cuerpos, y a la vez en embajadores más efectivos de Él en esta Tierra.

Jesús, quiero seguir Tus mandamientos. Ayúdame a sanar y experimentar Tu amor por mí. Amén.

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