[Singularidad de Cristo] El registro único de JesúsMuestra

«Escúchenlo»

Todos tenemos un registro de nuestra historia, ya sea una transcripción escolar, una licencia de manejo, un certificado de nacimiento, un registro de salud o algo similar. Cada uno de estos registros apunta a eventos únicos que nos moldearon en lo que somos hoy.

En las Escrituras, encontramos un registro único de Jesús: los hechos y eventos que lo hacen Único y nos revelan su persona, propósito, poder y promesas.

Nadie más en la historia tiene un registro como el de Jesús. Ninguna otra persona puede declarar las cosas que dijo o hacer las cosas que hizo. Eso hace que Su registro sea único.

Uno de los eventos únicos registrados en las Escrituras es la Transfiguración. Transfiguración significa cambiar la forma o apariencia de uno. Tres de los discípulos de Jesús, Pedro, Juan y Santiago, fueron testigos de cómo Jesús cambió Su apariencia.

Ese día, acompañaron a Jesús a una montaña alta. Una vez allí, Jesús reveló Su gloria ante ellos. La Escritura dice que Su rostro brillaba «como el sol». También vieron a Moisés y Elías teniendo una conversación con Él.

Aunque fueron los dos profetas más importantes en las Escrituras, Dios solo mencionó a Jesús como Su Hijo amado y le dio una posición única al decir: «Escúchenlo».

Dios dirigió toda Su atención a Jesús, implicando que Él era el Mesías. Los discípulos cayeron boca abajo al suelo con miedo. Cuando Jesús los tocó y habló, se voltearon y lo vieron solo. Jesús les pidió que no le dijeran a nadie lo que acababan de presenciar: La revelación de quién era Jesús realmente.

Habían caminado con Él y habían sido testigos de los milagros que hizo, pero la Transfiguración confirmó que Él era Dios en medio de ellos, Aquel que salvaría al mundo del pecado.

Los judíos de la época esperaban un libertador político, pero Jesús tenía un propósito mayor. Buscó liberar sus almas de la esclavitud al pecado y mostrarles el camino a Dios, en quien podían disfrutar de la plenitud eterna y no solo temporal.

No hay nadie como Jesús. Es Él y solo Él, quien puede traer a los descarriados de vuelta a Dios.

Jesús, gracias por mostrarme Tu gloria. Reconozco la posición especial y única que Dios te ha dado. Quiero escucharte y obedecerte. Por favor, quita las cosas que me estorban para que pueda hacerlo.