Juan

Piensa por un momento en un amigo cercano que haya estado contigo en las buenas y en las malas, ¿puedes reconocerlo? Suelen ser pocos, pero muy importantes. En la vida de Jesús, su gran amigo, íntimo y confiable era Juan. También conocido como “El discípulo amado”, una descripción que, antes de su relación con Jesús, nadie la hubiese pensado.

Al comienzo de su historia, Juan es arrogante, dominante, y dice cosas de las que debería arrepentirse. Imagínate el carácter fuerte que tenía que él y su hermano Jacobo eran llamados los “Boanerges”, es decir, los hijos del trueno. Algo tuvo que suceder en su relación y amistad con Jesús que lo cambió.

Dios no está interesado en borrar nuestra personalidad, experiencias, y mucho menos nuestras habilidades. El está interesado en redireccionarlas. ¿Puedes reconocer áreas de tu vida que necesitan ser redireccionadas por Cristo? ¿Estás permitiendo que Jesús sea parte de tu diario vivir?

Juan era un amigo que estaba en las buenas y en las malas, como hemos leído en nuestros pasajes de hoy. Sin lugar a dudas, su vida muestra el poder del amor de Dios y de una amistad diaria con Jesús.

Incluso en los últimos días de Juan, desterrado en la Isla de Patmos, Jesucristo, su viejo amigo, viene del cielo a encontrarse con él para darle ánimo, y compartirle la revelación más extraordinaria de la historia: el Apocalipsis.

Juan fue un hombre común que pasó de ser hijo del trueno a ser hijo de Dios. Su testimonio es lo que yo llamo un testimonio aburrido. «Conocí a Jesús y le serví durante 80 años». No fue perfecto, pero sin duda fue fiel y constante.

Quizás no hayas sido constante en tu fe hasta este momento, pero el mismo Espíritu Santo que dio poder a la vida de Juan dará poder a tu vida para que seas fiel todos los días, años, y décadas que Dios te dé. Y así, como Juan, el día que nos toque partir podremos cerrar nuestros ojos y cuando los abramos veremos a nuestro mejor amigo: veremos a Jesús.

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