Explicaciones para el dolorMuestra

Mejor de lo que te mereces

Hace años, a un cristiano llamado Dave le diagnosticaron un tumor cerebral que lo mataría siete meses después. Su esposa, Sharon, se sentaba junto a su cama durante sus últimos días, le acariciaba el cabello y le susurraba al oído, hablando de su vida y de su Salvador. Un día, sin embargo, un pariente que no creía en Dios vino de visita y estaba enojado. Pensó en que Sharon se quedó sola, en que los hijos de Dave no tenían un padre cerca, en cómo le pasan cosas tan malas a gente tan buena. "¿Por qué no estás enojada?", le exigió a Sharon.

Esta fue su respuesta: “Mi esposo se merecía el infierno. . . Sin embargo, Dios, en Su misericordia, lo perdonó a causa de la vida, muerte y resurrección de Jesús. Dave va al cielo. ¿Cómo podría enojarme con Dios por llevar [a mi esposo] al cielo?”.

Esa es la pregunta correcta. Nos estancaremos espiritualmente si insistimos en que Dios responda a todos nuestros ¿por qué?. ¿Por qué me ha ocurrido esto a mi? ¿Por qué permitiste esto en mi vida? ¿Por qué, Dios? Pero si ponemos esas mismas preguntas al pie de la cruz, nuestra ira se calma. Merecemos algo peor que una vida dura a causa de nuestros pecados. Nos merecemos el infierno. Si Dios nos da el cielo, incluso si nuestras vidas aquí en la tierra son miserables, ¿cómo podríamos estar enojados con él?

“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

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