Tus PensamientosMuestra

El cofre de oro

Hoy quiero compartir contigo una experiencia muy personal, en la cual Dios me enseñó algo muy importante para mi vida. Confío en que lo que Dios me enseñó sea también una gran lección de vida para ti.

En una ocasión, hace ya bastante tiempo, mientras oraba al Señor, me cuestionaba cómo era posible que yo tuviera la mente de Cristo. Había tenido una experiencia personal con el Señor, había creído en Su sacrificio en la cruz para salvarme y estaba conociendo las verdades maravillosas de la Palabra de Dios.

Sin embargo, había algo que no me hacía sentido. En 1 de Corintios 2:16, el apóstol Pablo enseñaba que los que habían creído en Jesús, tenían la mente de Cristo. Este hecho tan hermoso me produjo frustración. ¿Cómo era posible que yo tuviese la mente de Cristo y que, aún así, llegaran a mi mente pensamientos necios, negativos, de duda o malos?

Mientras oraba y le preguntaba al Señor sobre este asunto, vino a mi mente una ilustración que me trajo una gran enseñanza.

El Señor me mostró que mi mente es como un cofre de oro en el cual hay toda clase de joyas preciosas, que son los pensamientos agradables a Dios. Pero de alguna manera entran en ese cofre joyas de fantasía que no deben estar allí. Mi deber es evitar que entren, pero si logran entrar, las debo identificar y sacarlas de allí con la autoridad que me ha dado Dios en Su Palabra.

Pero lo más hermoso que me enseñó el Señor, es que el cofre no deja de ser de oro por las joyas falsas que entraron en éste. Es decir, mi mente sigue siendo la mente de Cristo aun cuando tenga que lidiar con malos pensamientos.

La Palabra de Dios nos ayuda a filtrar esas joyas de fantasía que quieren ocupar espacio en nuestro cofre de oro. El Espíritu de Dios nos alerta, nos ayuda a discernir lo que no proviene del Señor, lo que no le honra, lo que nos turba o nos quiere robar la paz.

El consejo de Dios para Sus hijos está muy bien expresado en Filipenses 4:8, “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”

Nuestra mente es la mente de Cristo, esa es la verdad, no lo dudemos. Es Él quien nos ayuda a perseverar en querer pensar lo bueno y luchar, convencidos de Su ayuda para lograrlo.

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Fil. 4:7