En el principio: Un estudio en Génesis 27-36Muestra

¿Cuándo hay que cortar los lazos con los miembros tóxicos de la familia?

A menudo, permitimos que los miembros de la familia hagan y digan cosas que nos causan daño y que nunca toleraríamos de otra persona. A veces, estos miembros de la familia se sanan, se arrepienten de sus errores y hacen que sea más fácil vivir con ellos. Otras veces, los miembros tóxicos de la familia no cambian en lo absoluto, y nos obligan a tomar una difícil decisión: continuar en una relación abusiva con ellos o seguir adelante y cortar los lazos definitivamente.

Jacob, luego de haber trabajado durante veinte años para su suegro Labán, quería volver a casa con su madre Rebeca y con su padre Isaac. A través de la adivinación demoníaca, Labán se enteró de que había sido bendecido para convertirse en un hombre rico y poderoso debido a la presencia de Jacob, lo cual era cierto porque la bendición del pacto de Dios acompañaba a Jacob. Así pues, Labán, el corrupto embaucador, trató de retener a Jacob ofreciéndole por fin un salario razonable después de veinte años de trabajo casi gratuito, pero fructífero.

Al igual que su padre Isaac y su abuelo Abraham, Jacob se encomendó al plan de Dios, con fe. Jacob rechazó la oferta de Labán y confió únicamente en la provisión del Señor. Dios honró la fe de Jacob y lo convirtió en un hombre muy rico. Y, aunque pueda parecer que Jacob se está aprovechando de Labán en este relato, la verdad es que Dios simplemente está corrigiendo la injusticia, dándole a Jacob lo que hubiese ganado durante veinte años de trabajo fiel para Labán.

En Génesis 31:3, Dios le habló a Jacob como lo había hecho con su abuelo Abraham en Génesis 12:1, llamándolo a dejar lo que había sido su hogar durante veinte años para regresar con su familia. Jacob respondió con fe.

Al principio, Labán no se enteró de que Jacob y su familia se habían marchado porque estaba ocupado en plena temporada de esquilar las ovejas. Cuando Labán se enteró de que sus hijas y nietos se habían ido, él y sus parientes persiguieron a Jacob durante siete días hasta que lo alcanzaron. Hilarantemente, el mismo Labán que engañó a Jacob para que se casara con sus dos hijas, se enriqueció gracias a la bendición de Dios durante los veinte años que Jacob trabajó para él y engañó a Jacob cambiando su salario diez veces, se quejó de que Jacob lo había engañado.

Sin embargo, Dios protegió a Jacob apareciendo a Labán, ordenándole que no perjudicara a Jacob de ninguna manera. La otra acusación que Labán tenía contra Jacob fue la de haber robado su dios/ídolo doméstico. Jacob no sabía que, su amada esposa, Raquel había robado el dios de su padre y lo había escondido en su camello. Labán registró sus pertenencias en busca de su dios sin éxito. Pidió registrar las bolsas del camello que montaba su hija Raquel, pero ésta engañó a su padre, el embaucador, mintiendo astutamente diciendo que no podía bajarse del camello debido a su ciclo menstrual, utilizando así una antigua excusa femenina que sigue siendo popular hasta el día de hoy.

Jacob honró a Dios atribuyéndole toda la bendición que él y Labán habían recibido, Jacob afirmó que todo había procedido directamente de parte de Dios. Entonces Jacob y Labán hicieron un pacto en el que Jacob se comprometía a no tomar más esposas, quedándose solo con las dos hijas de Labán prometiendo cuidar de ambas. Labán besó y se despidió de sus hijas y nietos, los hombres que acompañaban a Labán regresaron con él a su casa, al igual que Jacob que continuó hacia la suya. Este es el escenario previo para que Jacob se reencuentre con su hermano Esaú, el cual, veinte años antes, había jurado matarlo por haber robado su primogenitura y su bendición.

Pregunta:

¿De qué forma podemos ver que, en ocasiones, las personas son bendecidas por Dios simplemente porque hay un creyente en sus vidas?