Paso a PasoMuestra

Escrito por Jazmyn, 18 años, de Porterville, California, EE. UU.

Imagínate caminando entre hileras de flores silvestres en un jardín. Puede ser fácil ver los diferentes tonos, tamaños y formas que se asoman y pensar que las flores siempre fueron así, pero cada una de ellas comenzó siendo una semilla. Durante un tiempo, pudo parecer que no crecía nada porque sólo podíamos ver la tierra cubriendo la superficie. Cuando la semilla se regó y recibió la luz del sol, echó sus raíces en la tierra ya que pronto germinaría y crecería hasta salir a la superficie.

Al igual que las flores que crecen de una simple semilla, Dios obra de la misma manera. Aunque parezca que Dios no hace nada, es muy posible que esté haciendo más de lo que podemos ver. ¿Y cómo lo recordamos? Estando quietos. Es cuando estamos quietos, o sin distracciones, que podemos recordar bien esta verdad.

Sal a la calle y busca algo que esté creciendo: una flor, un árbol, un arbusto o incluso una hoja de hierba. ¡Si puedes, coge una flor o una hoja de hierba! Colócala en algún lugar donde la veas a menudo esta semana como un recordatorio de que Dios sigue obrando, incluso aunque no podamos verlo.