El Poder Espiritual De La ConsagraciónMuestra

Humillación que lleve a la consagración

Aquí estoy para Ti: Esto es consagración.
Aquí estoy, te ofrezco todo mi ser y mi hacer: Esto es consagración.

Aquí estoy, un sacrificio quiero ser: Es hacer consagración.
Aquí estoy, te entrego mi vida, mi todo: Es consagrarse a Dios.
Quiero vivir para Ti: Es consagrarse a Cristo.
Tú eres mi Señor y mi dueño: Esto es tener un corazón consagrado.

Que mi vida sea acerca de Ti y no de mí, hoy lo decido: Es consagración.

¿Qué se consagra a Dios?

1. Las posesiones materiales

“Cuando por sorteo se repartan la tierra como herencia, deberán reservar una porción de terreno, la cual será consagrada al Señor. Esta porción santa será de doce mil quinientos metros de largo por diez mil de ancho. Todo este territorio será santo” (Ezequiel 45:1 NVI).

“...Y consagrarás a Jehová su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra” (Miqueas 4:13b RV60).

2. Los ojos

“Hice un pacto solemne con mis ojos: no mirar con deseo a una muchacha” (Job 31:1 PDT).

“Yo me he impuesto la norma de no codiciar ni siquiera a las solteras” (DHH).

3. La vida, casa, familia, oficio, sueños y economía.

4. La mente, corazón, ojos, emociones y actitudes.

5. Los pies (nuestro caminar).

6. Las manos (nuestro hacer).

UNA CONSAGRACIÓN TOTAL

Para lograr una consagración total, hay que cumplir con el protocolo de Dios. Todo empieza por la humillación que te lleva:

1. Al arrepentimiento y al perdón.
2. A la limpieza y purificación.
3. A la rendición y renuncia espiritual.
4. A la sujeción total (gobierno de Dios).
5. A la libertad espiritual.
6. A la consagración agradable a Dios.

TALLER DE VIDA

1. Antes de consagrar a Dios las áreas de la lista anterior, haz una oración de purificación y limpieza de cada área.
2. Ahora toma un tiempo para consagrar todas las áreas de tu vida.

ORACIÓN

• Declara que Dios es tu dueño y que todo le pertenece a Él: ¡Nada es tuyo!
• Por purificación y limpieza en todas las áreas de tu vida, para consagrarlas.
• Comprométete a vivir una vida sometida y sujeta a Su señorío.