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Consumidos de pasión por los perdidos

Quizás nuestra pasión por los perdidos se mide mejor por nuestra disposición a dejar de lado nuestros derechos y preferencias para que “podamos salvar a algunos” (1 Corintios 9:23). Cuando Pablo se dirige a los Corintios, les recuerda que él es un apóstol (9:1-2) y que tiene ciertos derechos apostólicos (9:3-12). Citando Deuteronomio 25:4, Pablo les recuerda a los Corintios que aquellos que trabajan tienen derecho a participar de los frutos de ese trabajo (9:9-12; 13-14).

Sin embargo, Pablo ha optado por dejar de lado estos derechos optando en cambio por “soportar cualquier cosa antes de poner obstáculo en el camino del Evangelio de Cristo” (9:12). La recompensa de Pablo no viene de hacer valer sus derechos, sino de presentar “el Evangelio gratis” (9:18).

Pablo no solo deja de lado su derecho al pago, sino que se hace un “siervo de todos, para ganar más de ellos” (9:19). Pablo entiende la posición que ocupa en Cristo. Entiende que ya no está “bajo la ley,” pero se vuelve “como uno bajo la ley…para ganar a los que están bajo la ley” (9:20). A pesar de estar “bajo de ley de Cristo", se convierte “como en uno fuera de la ley…para ganar a los que están fuera de la ley (9:21). Se vuelve débil para ganar a los débiles (9:22).

Pablo está convencido de la verdad. Tiene profundas convicciones teológicas sobre el Dios Trino, varias doctrinas, y lo que significa vivir la vida cristiana. Sus convicciones son tan profundas que puede vivir y hablar fielmente a las personas que tienen una comprensión diferente del mundo y la manera en que está dividido. Impulsado por la pasión de “salvar a algunos”, Pablo se convierte en “todo para todos” (9:22). Mientras busca compartir las bendiciones del Evangelio con otros (9:23), Pablo tiene cuidado de mantener el control de sí mismo “no sea que después de haber predicado a otros yo mismo quede descalificado” (9:23-27).

En lugar de exigir que obtengamos lo que es nuestro por derecho o arraigar nuestra identidad profundamente en una tradición teológica o denominación, podemos imitar a Pablo. Que nuestra pasión por ganar a otros para Cristo nos presione a no volvernos infieles sino a ser sabios al dejar de lado nuestros propios derechos y preferencias para que “de todos modos, podamos salvar a algunos” (9:22).