Levántate de las DificultadesMuestra

PELEA POR TU CASA

David es un ejemplo de lucha constante. Porque, para llegar al trono después de haber sido ungido como rey tuvo que pasar por una serie de dificultades. Cuando venció a Goliat el gigante filisteo, Saúl el rey le dio en matrimonio a su hija Mical, pero cuando Saúl se enteró de que David fue ungido como el nuevo rey y su sucesor, tomó a su hija y la apartó de David. Ahora, él comienza a perseguirlo para matarlo.

David comenzó a huir de Saúl porque se levantó en su contra con todo el ejército para destruirlo, le fue arrebatada su familia, su tierra, su pueblo y no solo eso, también la oportunidad de adorar a Dios en los rituales de purificación. Saúl acusó ante los sacerdotes a David para que no le permitan ser un adorador.

Realmente después de haber sido proclamado como el gran vencedor de aquel gigante, ahora David tiene que huir por su vida. Pero el capítulo 26 del primer libro de Samuel nos narra que David nunca se da por vencido, aun cuando su ejército aliado es mucho menor, un puñado de hombres en comparación con el ejército del rey Saúl, David permaneció firme, luchando, peleando la batalla, al punto tal de que, con las estrategias, pero sobre todo con la ayuda de Dios tuvo la oportunidad de tomar la vida del rey, sin embargo, él decidió tener misericordia y honrar al ungido de Dios.

Leamos 1 Samuel 26:24-25 (NTV), “Ahora que el Señor valore mi vida, así como hoy yo he valorado la suya. Que él me rescate de todas mis dificultades. Y Saúl le dijo a David: —Bendiciones sobre tu vida, David, hijo mío. Harás muchas acciones heroicas y seguramente te irá bien en todo lo que hagas. Luego David se fue, y Saúl regresó a su casa”.

David decidió hacer frente a su perseguidor, salir de la cueva donde se ocultaba para preservar la vida y decidió luchar para recuperar a su familia, su casa y su relación con Dios en el pueblo.

Así como Saúl bendijo a David por luchar con heroísmo, que tus enemigos puedan bendecirte de la misma manera. Que al hacer frente a nuestras luchas podamos conquistar nuestra familia, reconstruir nuestras vidas, levantarnos de las crisis y volver a casa victoriosos. Pero, sobre todo, que regresemos a la casa de nuestro Dios para adorarle. Que tu lucha sea heroica y obtengas la victoria, en el nombre de Jesús.