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La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022

DÍA 43 DE 365

Él te salvó



El 13 de enero de 1982, el vuelo 90 de Air Florida que había despegado de Washington DC se estrelló contra el río Potomac. Era invierno y el río estaba lleno de hielo; el impacto tuvo lugar cerca de un puente que cruzaba el río. Las cámaras de televisión pudieron captarlo todo: millones de espectadores, sentados en sus casas vieron cómo un helicóptero tendió un cable desde lo alto a un hombre que se debatía por su vida en el agua. El hombre agarró el cable, nadó hasta donde estaba otra superviviente y la enganchó para que fuera izada hasta la seguridad del aparato. El helicóptero tendió el cable otra vez y de nuevo el hombre hizo lo mismo. Nadó donde otra persona y la rescató. Salvó a cinco personas antes de finalmente morir ahogado, presa del agotamiento.

¿Por qué este hombre no se salvó a sí mismo? La respuesta es por que su objetivo fue salvar a los demás. De una manera aún más sorprendente, Jesús no se salvó a sí mismo porque su objetivo era salvarnos a ti y a mí por medio de su muerte en la cruz.

En el día de hoy, centra tus pensamientos en Jesús, salvador del mundo, y medita cómo te salvó.

Salmos 21:1-7



Salvado por Dios


No puedes salvarte a ti mismo. Solo Dios puede salvarte y por su «amor que nunca falla». Por tanto, pon tu confianza hoy en Él igual que hizo David (v.7).


Este salmo comienza con David ensalzando a Dios por su salvación: «¡Oh Señor, el rey se alegra en tu poder! ¡Cuánto se goza en tu salvación!» (v.1, RVA-2015).


En este pasaje vemos algunas de las abundantes bendiciones incluidas en la salvación:



  • Oraciones respondidas


«Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden» (v.2).



  • Bendiciones para siempre


«Has salido a su encuentro con ricas bendiciones lo has coronado con diadema de oro fino […] lo has bendecido para siempre» (vv.3,6a, DHH).



  • Vida eterna


«Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera» (v.4).



  • Vida victoriosa


«Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad» (v.5).



  • Gozo y alegría


«Tu presencia lo ha llenado de alegría» (v.6b).



Gracias Señor porque me salvaste. Gracias por tu amor que nunca falla y por tus abundantes bendiciones. Pongo mi confianza en ti en este día.


Mateo 27:11-44



Salvado por el sacrificio de autoinmolación


El pueblo de Dios del Antiguo Testamento esperaba un Mesías (el Cristo). Este Mesías «se sentará en el trono de David; extenderá su poder real a todas partes y la paz no se acabará; su reinado quedará bien establecido, y sus bases serán la justicia y el derecho desde ahora y para siempre» (Isaías 9:7).


Pero en el Antiguo Testamento había otra corriente de expectación mesiánica. Esta corriente se observa en el «siervo sufriente» de Isaías 40-55 que fue «llevado como cordero al matadero» (Isaías 53:7), el cual habría de cargar con el pecado del mundo para morir por los culpables (vv. 5-6).


Nadie esperaba que el Rey Mesiánico y el siervo sufriente fueran la misma persona. Y sorprendentemente, Jesús aunó estos dos grandes temas mesiánicos. Jesús es a la vez el Rey y también el siervo sufriente.



  • Rey Mesiánico


Cuando Pilatos le pregunta a Jesús, «¿Eres tú el rey de los judíos?» (Mateo 27:11a), este respondió: «Tú lo has dicho» (v.11b, DHH). Los soldados se burlaron de Jesús, vistiéndolo como un rey y haciendo que lo saludaban inclinando sus rodillas ante él, diciéndole «¡Salve, rey de los judíos!» (v.29b).


«Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: “ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS”» (v.37). Los líderes religiosos también se burlaron de él diciendo: «¡Y es el Rey de Israel!» (v.42).


Mateo deja claro que el único crimen del que Jesús es «culpable» es el de ser «el Rey» (v.11), « el Cristo» (Mesías) (v.22) e «Hijo de Dios» (v.43).



  • Siervo sufriente


Jesús también cumplió estas profecías: «Como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca» (Isaías 53:7).


Cuando fue acusado por los jefes y los ancianos «no contestó nada» (Mateo 27:12). Cuando Pilatos le preguntó: «¿No oyes lo que declaran contra ti?» (v.13), «Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro» (v.14).


Jesús —el Siervo Sufriente inocente— murió en tu lugar para que fueras liberado. En este sentido, Barrabás nos representa a nosotros como culpables. Era «un preso famoso» (v.16). Es cuestión de «Barrabás o Jesús» (v.17). La gente pidió que liberaran a Barrabás y ajusticiaran a Jesús (v.20) por lo que aquel fue liberado (v.26). Se cumple la profecía de Isaías sobre el siervo de dolores: «Fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades» (Isaías 53:5).


Aunque Jesús era el rey que aguardaban desde hacía tanto tiempo, no era el tipo de rey que la gente esperaba: uno que fuera de victoria en victoria. En vez de eso, Jesús tuvo que lidiar con la envidia, las falsas acusaciones, las críticas inicuas, la injusticia, la incomprensión, las autoridades mezquinas y los insultos de la gente religiosa y del mundo secular; hasta el de los ladrones. Le llovieron palos de todos lados.


Pilatos sabía que Jesús era inocente. Se dio cuenta y «sabía que le habían entregado a Jesús por envidia» (Mateo 27:18). (La envidia suele ser el pecado de la gente religiosa. Hay una tentación de envidiar a aquellos a los que Dios parece estar usando más que a nosotros). Había otra razón por la que también Pilatos sabía que Jesús era inocente. Su mujer había sido avisada mediante un sueño y le había confirmado que Jesús era un «hombre inocente» (v.19). Con gran insensatez ignoró su consejo.


Pilatos pensó que podría evitar su responsabilidad culpando a otros. Irónicamente, el hombre que habría de ser recordado en la historia como una de las personas responsables de la muerte de Jesús («crucificado bajo Poncio Pilato» como se recita en el Credo desde hace cientos de años en todo el mundo) dijo: «Soy inocente de la sangre de este hombre. ¡Allá ustedes!» (v.24).


La sangre de Jesús fue derramada al ser flagelado y entregado para ser crucificado (vv.24–26b). De nuevo, Mateo subraya la ironía de la situación: aquellos que pasaban decían: « ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!» (v.40b), pero Jesús murió como el Cordero de Dios que vino a quitar el pecado del mundo. Los espectadores no comprendían que el sacrificio autoinmolado de Jesús era voluntario y decían: «Salvó a otros [...] ¡pero no puede salvarse a sí mismo!» (v.42a).


Él nos salvó a ti y a mí porque no quiso salvarse a sí mismo.



Señor, gracias porque pasaste por todo esto por mí. Gracias porque no elegiste salvarte, para poder salvarme.


Éxodo 11:1-12:51



Salvado por el Cordero de Dios


Jesús dice a sus discípulos: «Como ya saben, faltan dos días para la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen» (Mateo 26:2). San Pablo escribe: «Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado» (1 Corintios 5:7b).


Bajo la antigua alianza, la sangre de un cordero protegió al pueblo de Dios en la primera Pascua (Éxodo 12:1–30). Bajo la nueva alianza, tú estás en una posición infinitamente mejor. La sangre de Jesús (el Cordero de Dios) te limpia y te protege permanentemente (Hebreos 9:12–26).


En la primera Pascua hubo que sacrificar un cordero. El animal tenía que ser «sin defecto» (Éxodo 12:5) prefigurando al Jesús inocente. Se hace un gran énfasis en «la sangre del cordero» (vv.7,13, 22–23). La sangre del cordero sin defecto tiene que ser derramada en sacrificio (v.27). Cuando Juan el Bautista vio a Jesús exclamó: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1:29).


La sangre del cordero dio protección al pueblo frente al juicio de Dios. Era el «sacrificio de la pascua» (Éxodo 12:27) que prefiguró el sacrificio de Jesús.


De paso, es interesante señalar que las instrucciones de Dios que decían «tampoco se le quebrará ningún hueso» (v.46) se cumplieron al pie de la letra en la muerte de Jesús. La manera de acelerar la muerte por crucifixión era rompiendo las piernas de la persona. Quebraron las piernas de los dos hombre crucificados con Jesús pero «cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas» (Juan 19:33).


En las casas donde había sangre en los dinteles de las puertas quedaba indicado que la muerte ya había sucedido en aquel hogar. Aquellos que obedecieron la palabra de Dios poniendo sangre en los dinteles fueron salvados. La sangre de Jesús, el Cordero de Dios, ha sido derramada por ti y por mí. La Pascua nos señala cómo Jesús murió en sacrificio por nosotros. Él te salvó.


Me gusta la oración de Joyce Meyer:



Padre, vengo a ti en el nombre de Jesús y aplico la sangre de Jesús a mi vida, a todas mis posesiones, a todo lo que me has dado para administrar. Pongo la sangre de Jesús en mi mente, mi cuerpo, mis emociones y mi voluntad. Pongo la sangre sobre mi familia, mis compañeros de trabajo y mis amigos. Gracias por protegerme con tu sangre.


Pippa Adds



Pippa añade


Mateo 27:19


¡Uno de los muchos errores de Pilatos fue que no escuchó a su esposa!



References



Notas:

Joyce Meyer, La Biblia de la vida diaria, (Casa Creación, 2013)

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. «NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

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Acerca de este Plan

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022

¿Abrumado por la idea de leer la Biblia? Dedique un tiempo cada día a escuchar a Nicky y Pippa Gumbel mientras le explican toda la Biblia en 365 días. Cada día, se explora un tema diferente a través de una selecció...

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Nos gustaría agradecer a Nicky Gumbel por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://alpha.org

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