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La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022

DÍA 333 DE 365

El tiempo perfecto de Dios



Dios tiene su propio sentido del tiempo: «… para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día» (2 Pedro 3:8). Tiene un tiempo perfecto: nunca es temprano ni nunca es tarde. Dios nunca tiene prisa, pero siempre llega a tiempo.

Vemos en los pasajes de hoy que el Señor es soberano sobre el futuro (Daniel 4:32). «Esperamos un nuevo cielo y una nueva tierra» (2 Pedro 3:13). Dios va a reivindicar a Su pueblo (Salmos 135:14).

Pero, ¿qué haces mientras esperas que Dios haga lo que ha prometido hacer?

Salmos 135:13-21



1. Confía en el Señor



Cuando tus oraciones no parecen ser respondidas, puedes sentir la tentación de dejar de confiar en el Señor y comenzar a buscar otros «ídolos».


Confiar en el Señor puede parecer un poco pasado de moda, pero el salmista dice: «Tu nombre, oh Señor, permanece para siempre; tu fama, oh Señor, se conoce en cada generación» (v.13, NTV).


La gran verdad bíblica es que te conviertes en aquello en lo que pones tu confianza. Si confías en «ídolos» de plata u oro, entonces serás como ellos: muerto espiritualmente, ciego y sordo (vv.16-18). Si confías en Dios, te llenarás de vida y gozo a medida que te pareces a Él.


Sigue confiando en Dios, porque «el Señor juzgará a su pueblo, y de sus siervos tendrá compasión» (v.14). Como leemos en The Message: «Dios defiende a su pueblo, Dios sostiene las manos de su pueblo» (v.14, MSG). Por consiguiente, estás llamado a alabar y honrar al Señor (vv.19-21).


Permanece siendo totalmente dependiente de Dios y acude a Él para ser vindicado. Sé paciente cuando las cosas no estén funcionando como deseas. Deja de tratar ir por delante de Dios; Su tiempo es perfecto, confía en Él.



Señor, confío solo en Ti. Ayúdame a ser como Tú, lleno de amor, gozo y paz.


2 Pedro 3:1-18



2. Vuélvete al Señor



Al observar todo el mal en el mundo, todas las guerras, la violencia, la tortura oficial, los crímenes horribles y la cantidad de sufrimiento, podrías preguntarte por qué Jesús no vuelve ahora y lo soluciona todo.


¿Por qué Dios se demora? ¿Por qué el Señor no ha regresado aún?


Pedro advierte que la gente se burlará de nosotros y dirá: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida?» (v.4). Él dice que hay una muy buena razón para su demora. La razón por la cual el Señor no ha venido aún es para darles más tiempo a las personas para arrepentirse.


Dios no tiene prisa, «para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día» (v.8).


Dios no se está demorando en cumplir Su promesa. Más bien, la demora proviene de Su paciencia: «Él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan» (v.9). «No es que Dios tarde en cumplir su promesa, lo que algunos entienden como tardanza. Él se está refrenando por ti, retrasando el Final porque no quiere que nadie se pierda. Le está dando a todos el espacio y el tiempo para cambiar» (v.9, MSG).


El arrepentimiento se trata de cambiar de dirección tu vida, es alejarte de todas las cosas malas y volver a Jesús. Al dar tiempo a las personas para que se arrepientan, Dios está manteniendo con amor la puerta abierta para la salvación de ellos. «Consideren que la paciencia de nuestro Señor es para salvación» (v.15, RVA-2015).


Este tema de la salvación es uno de los grandes temas de las epístolas de Pablo, y en este punto Pedro se refiere a ellas. Me parece alentador que las describa como a veces «difíciles de entender» (v.16); ¡si te cuesta entenderlas, no estás solo!


Es significativo que Pedro pasa luego a compararlas con el Antiguo Testamento («las demás Escrituras», v.16). Al hacerlo, demuestra que la iglesia primitiva y los apóstoles entendieron que los escritos del Nuevo Testamento tienen la misma autoridad divina que los del Antiguo Testamento.


El Señor vendrá cuando no lo esperemos («como un ladrón», v.10). El mundo tal como lo conocemos será puesto al descubierto (v.10). Habrá «un cielo nuevo y una tierra nueva» (v.13). La visión del futuro del Nuevo Testamento no trata tanto de que la gente irá al cielo, como de que habrá «un cielo nuevo y una tierra nueva» (v.13).


Una y otra vez, Pedro señala que Dios es fiel a Su palabra y Sus promesas (vv.2,5,7,9,13). La verdad es que lo que Dios dice sucederá sin lugar a dudas.


La forma de prepararse para este futuro seguro pero postergado, es «vivir […] como Dios manda», «espera[r] ansiosamente la venida del día de Dios» (v.11), y «vivir lo mejor posible en pureza y paz» (v.14, MSG), y «[creciendo] en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (v.18).


La gracia es amor inmerecido. Creces en gracia cuando te vuelves al Señor y dependes de Él en cada situación que enfrentas, llevando tus necesidades a Él día a día, mientras esperas ávidamente su regreso.



Señor, mientras espero tu venida, ayúdame a vivir una vida santa y piadosa para que me encuentres impecable, sin mancha y en paz contigo.


Daniel 4:19-5:16



3. Agradécele al Señor



Como muchas veces he descubierto en mi propia vida, el orgullo viene antes de una caída. Todo lo que tenemos proviene de Dios y dependemos de Él hasta para nuestro próximo aliento. Él tiene el control del pasado, el presente y el futuro. Ser agradecido induce a la humildad.


«Cuando se trata de la vida, lo fundamental es si das las cosas por sentadas o las recibes con gratitud», escribió G.K. Chesterton


Es relativamente fácil transmitir un mensaje de aliento del Señor, es más difícil transmitir un mensaje de reproche. Daniel encontró esto perplejo y alarmante, pero fue obediente al Señor (4:19 en adelante).


El error que cometió Nabucodonosor, y en el que todos nosotros posiblemente caemos de vez en cuando, es pensar que lo que había logrado era obra de sus manos: «¡Miren la gran Babilonia que he construido como capital del reino! ¡La he construido con mi gran poder, para mi propia honra!» (v.30). ¡Ten cuidado de no usar las palabras «yo» y «mi» de esta manera!


La lección que Dios iba a enseñarle a Nabucodonosor, y algunas veces la que nos enseña también a nosotros, es que todo lo que tienes es un regalo de Dios: «El Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere» (v.32).


Nuestros dones espirituales, cuerpos, familias, hogares, inteligencia, apariencia física, dinero, habilidades deportivas son todos regalo de Dios. Tu reacción ante cualquier éxito no debe ser de orgullo o autocomplacencia, sino de elogio y agradecimiento a Dios: honrarlo y exaltarlo por lo que te ha dado (vv.34-37).


Nabucodonosor dio las cosas por sentado y no dio ni las gracias ni dio la gloria al Señor por aquello que el Señor había hecho por él. Más bien, vio todo como el trabajo de sus propias manos.


Cuando Nabucodonosor fue restaurado, se dio cuenta de que todo lo que tenía provenía de Dios. En vez de quedarse la gloria para él, agradeció y glorificó a Dios, «exaltó y glorificó al Rey del cielo» (vv.34-37).


La humildad no significa no reconocer lo que tienes, sino reconocer la fuente de donde proviene lo que tienes y dar el reconocimiento a donde corresponde: «Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia» (v.37).


Su testimonio se resume con estas palabras: «Él sabe cómo convertir a una persona orgullosa en un persona humilde» (v.37b, MSG).


Daniel le dice a Nabucodonosor: «Rey Nabucodonosor, por favor, acepte mi consejo. Deje de pecar y haga lo correcto. Apártese de su perverso pasado y sea compasivo con los pobres. Quizá, entonces, pueda seguir prosperando» (v.27, NTV).


La siguiente generación no aprendió las lecciones del pasado. El rey Belsasar rompió con el mandamiento de adorar solo a Dios: «… y alabaron a los dioses de oro, de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra» (5:4).


Al igual que con Nabucodonosor, bajo la superficie había un miedo profundamente arraigado en la vida de Belsasar, pues no tenía paz con Dios. Dios les advirtió a los dos diciéndoles qué hacer. La diferencia es que Nabucodonosor se arrepintió, se humilló, reconoció y agradeció a Dios, mientras que Belsasar no lo hizo.


El propio Daniel fue conocido por su «inteligencia y sabiduría como la sabiduría de los dioses» (v.11). Estaba lleno del Espíritu Santo; tuvo que haber sentido una gran tentación de orgullo; sin embargo, Daniel permaneció humildemente dependiente de Dios, dándole toda la gloria, el honor y el agradecimiento.



Señor, gracias por estar a cargo de este universo y porque todo lo que tengo proviene de Ti. Quiero darte toda la alabanza, el honor y la gloria.


Pippa Adds



Pippa añade:


2 Pedro 3:10 (RVA-2015)


«Pero el día del Señor vendrá como ladrón. Entonces los cielos pasarán con grande estruendo; los elementos, ardiendo, serán deshechos; y la tierra y las obras que están en ella serán consumidas».


El «día del Señor» suena bastante aterrador, pero el versículo 11 simplemente nos dice que sigamos viviendo una vida «santa y piadosa» y el versículo 12 dice: «Aguardando [sin temor] y apresurándose para la venida del día de Dios».



References



Notas:

Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea.

G.K. Chesterton, *Irish Impressions*, (London: Collins, 1919), p.24. Se parafrasea

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Acerca de este Plan

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel 2022

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Nos gustaría agradecer a Nicky Gumbel por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://alpha.org

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