[Apocalipsis]A la Iglesia de ÉfesoMuestra

Resiste el mal y soporta las pruebas 

Me hubiera gustado ser parte de la Iglesia de Éfeso cuando el Señor Jesús alabó a los creyentes que trabajaron duro, perseveraron, soportaron tribulaciones por causa de su nombre y no se desanimaron. Y no olvides el hecho de que los efesios no toleraron a los hombres malvados y pudieron discernir a esos falsos cristianos o falsos maestros. Estas son cualidades y virtudes por las que desearía mucho escuchar al Señor Jesús felicitarme. 

Para poder resistir el mal, primero debemos orar por discernimiento. Necesitamos identificar si el mal en la otra persona es del tipo que busca engañar o si se debe principalmente a la vieja y pecaminosa naturaleza. Si se trata de engaño, no debemos soportarlo y debemos resistirlo abiertamente y con osadía. Si la debilidad humana es el problema, debemos orar y exhortar con paciencia a esa persona. Resistir y aguantar no es tarea fácil. Requiere osadía y paciencia. 

Los creyentes de la Iglesia de Éfeso vivieron hasta el final de la Era Apostólica y tuvieron que soportar severas persecuciones. Sus vidas estaban constantemente en peligro y su fe se ponía a prueba continuamente. Sin embargo, resistieron y pudieron perseverar. ¡Cómo oro por tener ese coraje y esa paciencia! 

Hemos visto a tantas personas muy temerosas del Covid-19. Es una amenaza muy real, pero que no debemos permitir que nos alcance. Debemos soportar esta prueba y enfrentarla con fe en el hecho de que Dios es nuestro escudo. Cuando Dios se le apareció a Abram en Génesis 15:1, le dijo: «No temas, Abram. Yo soy tu escudo». Cada vez que salimos de nuestro hogar, debemos recordar que Dios es nuestro escudo y no debemos temer. El miedo puede abrir muchas puertas a emociones negativas; puede llevarnos a hacer confesiones negativas, como: «me enfermaré si salgo a la calle». Podemos declarar palabras producto de nuestro temor o palabras de fe. Hablemos palabras basadas no en una probabilidad, sino basadas en lo que nuestro Dios nos dice: Él es nuestro escudo. 

Debemos soportar esta prueba y esta amenaza, ya que somos retados a imitar la fe perseverante de los Efesios.