Cuando Jugamos Con Fuego: 7 Dias De Plan DevocionalMuestra

La oración es uno de los actos de fe más poderosos, es una herramienta de conexión que nos acerca al Señor. Después de que Pablo escribiera sobre tomar «el escudo de la fe», imploró a la iglesia que orara «en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos».

¿Traducción? Orar sin cesar. 

Desgraciadamente, a veces tendemos a recurrir a la oración solo en momentos de crisis o de profunda necesidad, pero si nos condicionamos a orar todos los días y continuamente, no solo por nosotros mismos, sino también por los demás, veremos un poderoso cambio de vida.

Cuando buscamos la paz en nuestras vidas, la oración debería ser un componente central de nuestras rutinas diarias. Esto es especialmente cierto cuando expresamos gratitud por todo lo que tenemos, buscamos al Señor para que haga su voluntad en nuestras vidas, y hacemos otros llamamientos de este tipo. Y mientras consolidamos este proceso, es esencial que repasemos lo que sabemos sobre Satanás: es un enemigo que «ronda como león rugiente», que urde planes, que tienta y engaña, y que ha «cegado la mente de los que no creen».

Es tan fácil ignorar el hecho de que el «príncipe de este mundo» está obrando y pretender que no está sucediendo y que de alguna manera somos inmunes. Pero no lo somos. Trágicamente, es demasiado fácil caer cuando bajamos la guardia, por lo que deberíamos tomarnos el tiempo cada día para orar no sólo por nuestra propia fuerza, sino también por la fuerza, el valor y la claridad de nuestros amigos y familiares.

Pablo escribió que es esencial «estar alerta y ser persistentes orando por todo el pueblo del Señor» (v. 18). Considera la posibilidad de crear una lista de tus amigos y seres queridos y comprométete a orar constantemente por ellos. Acostúmbrate a buscar la fuerza de Dios, su rostro y, sobre todo, su voluntad. 

Pablo también pidió oraciones para sí mismo: «Y oren también por mí. Pídanle a Dios que me dé las palabras adecuadas para poder explicar con valor su misterioso plan... Ahora estoy encadenado, pero sigo predicando este mensaje como embajador de Dios. Así que pidan en oración que yo siga hablando de él con valentía, como debo hacerlo» (Efesios 6:19-20 NTV).

Oremos para que nosotros también podamos vivir y compartir el Evangelio sin temores, encontrando la paz que solo Dios puede dar y escapando del mal que tan fácilmente puede impregnar nuestro entorno cuando ignoramos su verdad.